Érase una vez una película que no supe qué era. ¿Una comedia romántica? Quizá. ¿Un drama de época? ¿Un cuento de hadas? ¿Una fantasía preadolescente mezclada con intriga palaciega? No importa. Los productores le invirtieron mucho a la película y la llenaron de estrellas de cine. Así es como tenemos ahora “The King’s Daughter” (“La hija del Rey”) y las estrellas vivieron felices por siempre, contando su dinero.
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Enero suele ser el mes en el que se estrenan las películas malas, pero “The King’s Daughter” no es sólo mala, es un empalagoso desastre lleno de clichés por el que no vale la pena exponerse al COVID-19 en los cines. ¿Otra clave? Fue filmada en 2014 y apenas está ahora se estrena.
La película se desarrolla en 1684 en el Palacio de Versalles y a pesar de esto todos tienen extrañamente un acento inglés refinado y ropa que parece de Tom Ford. El rey Luis XIV ha encontrado una respuesta para la inmortalidad: una sirena. Sí, una sirena, de la ciudad perdida de Atlantis nada menos, que tiene el poder de sanar. El rey intenta quitarle su fuerza vital durante un eclipse solar, que todo el mundo sabe que le da a la matanza de sirenas un sabor extra, ¿verdad?
Pero sus planes se complican cuando llega hija secreta ilegítima, quien se conecta con la sirena. Ella también es un pez fuera del agua: encerrada en un convento por décadas y ajena a la intriga en la corte, donde todos parecen estar en una edición sarcástica de Vogue con demasiado maquillaje en los ojos.
Pierce Brosnan interpreta al libidinoso rey con pelo de rockero, mucha picardía y la mano siempre sobre la cadera. Benjamin Walker canaliza su Johnny Depp interno para interpretar a un capitán que se parece a Jack Sparrow, el cual se enamora de la hija del rey, que a su vez toca el chelo y es interpretada por la impresionante Kaya Scodelario. Apropiadamente, ella estuvo en la película anterior de “Pirates of the Caribbean” (“Los piratas del Caribe”).
El resto del elenco incluye a Pablo Schreiber como un consejero real sobreactuado y William Hurt, así es, William Hurt, como un sacerdote. No tiene que salirse de la neutralidad para demostrar que es el mejor actor aquí, aunque con un terrible agente. Julie Andrews, la Julie Andrews real, fue convocada como narradora, afortunadamente evitando un mayor descalabro en su carrera al no estar en ningún momento en el plató.
Hablando del plató, el director Sean McNamara tuvo acceso a Versalles y no es sutil a la hora de mostrarlo bajo una luz dorada, durante lo que parecen horas. (Es “la materia de los sueños”, nos dicen.) Una gruta subterránea, por otro lado, parece haber sido diseñada por adolescentes inhalando pegamento.
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En general es una película raramente editada, con escenas que terminan entrecortadas, cámaras lentas agregadas para entradas dramáticas a caballo, secuencias de nado que se esfuerzan mucho por ser sorprendentes, coreografías de combate pobres y al final un minué insoportable entre padre e hija. Los efectos especiales también parecen bastante absurdos.
Los guionistas Barry Berman y James Schamus usan el tipo de lenguaje forzado y demasiado cocinado que suena pesado pero que en realidad oculta una deshonestidad dolorosa. “Es la voz de Satanás la que te llama al mar profano”, Rachel Griffiths, otra estrella desperdiciada aquí, se ve obligada a decir como abadesa. Brosnan tiene la mala suerte de tener muchos de los peores diálogos, del grandilocuente “¡Mi inmortalidad asegura el futuro de Francia!” al banal “La vida está llena de sufrimiento, hija mía. Y has sufrido con tanta gracia”.
Hurt no puede escaparse de un diálogo terrible: “Dios te ha dado la gracia de las alas, sólo espero que sepas cómo volar”, le dice a la hija de la mejor manera. Pero es una historia sobre un pez y usa la analogía equivocada.
“The King’s Daughter” se basa en la novela de Vonda N. McIntyre de 1997 “The Moon and the Sun”, pero la película de debe mucho a “Shape of Water” (“La forma del agua”) y “The Green Mile” (“Milagros inesperados”). Por qué la sacaron de su tumba acuática es un misterio. Te robará tu propia fuerza vital.
“The King’s Daughter”, que Gravitas Ventures estrena el viernes, tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas de violencia, material sugerente y elementos temáticos. Duración: 97 minutos. Ninguna estrella de cuatro.
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Mark Kennedy está en Twitter como http://twitter.com/KennedyTwits.