Anders Behring Breivik, el ultraderechista que mató a 77 personas en masacres en Noruega en 2011, compareció el martes ante una audiencia de libertad bajo palabra, aparentemente más centrado en difundir la propaganda de supremacismo blanco que en conseguir una poco probable salida anticipada de la cárcel.
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Hace una década, el asesino en serie noruego fue condenado a 21 años de prisión por un atentado con bomba en Oslo y un ataque armado en la isla de Utøya. Esa condena puede ampliarse si el tribunal decide que Breivik, de 42 años, es un peligro para la sociedad.
Sin embargo, según la ley noruega, Breivik es elegible para solicitar la libertad condicional después de cumplir los primeros 10 años tras las rejas.
Vistiendo un traje de dos piezas, Breivik entró a la sala de audiencias con mensajes de supremacismo blanco colocados sobre su saco y una bolsa. Levantó un cartel con el mismo mensaje en el gimnasio de una prisión convertido en sala de audiencia.
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De la misma manera como lo hizo durante su juicio, el noruego hizo el saludo nazi cuando ingresó el martes. También se presentó como el líder de un movimiento neonazi noruego, señalando que usaría la audiencia de libertad condicional como una oportunidad para difundir sus puntos de vista racistas en lugar de hacer un intento serio por una liberación anticipada, lo que los expertos dicen que es poco probable de todos modos.
La fiscal Hulda Karlsdottir dijo que la audiencia se centrará en el peligro que sigue representando Breivik, quien cambió legalmente su nombre a Fjotolf Hansen en 2017.
“El asunto principal aquí es el peligro asociado con su liberación”, dijo la fiscal al tribunal de distrito de Telemark.
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