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Ómicron obliga a revisar la cobertura mediática del virus

ARCHIVO - Gente hace fila para recibir pruebas diagnósticas de COVID-19, distribuidas en Nueva York el 23 de diciembre de 2021. (AP foto/Craig Ruttle, Archivo) ARCHIVO – Gente hace fila para recibir pruebas diagnósticas de COVID-19, distribuidas en Nueva York el 23 de diciembre de 2021. (AP foto/Craig Ruttle, Archivo) (Craig Ruttle/AP)

NUEVA YORK (AP) — Durante dos años, las cifras de casos de coronavirus y hospitalizaciones han sido los indicadores más utilizados para seguir la evolución de la pandemia en todo el mundo.

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Pero la ola de ómicron ha trastocado las estadísticas habituales y obligado a los medios a reconsiderar cómo informan de estos números.

“Es un desastre de datos”, dijo Katherine Wu, redactora que cubre el COVID-19 para la revista The Atlantic.

El número de contagios se disparó durante las navidades, algo que se esperaba dada la emergencia de una variante más contagiosa que sus predecesores.

Sin embargo, esas cifras sólo reflejan los casos reportados por las autoridades de salud. No incluyen a la mayoría de la gente que se hace pruebas en casa o ni siquiera sabe que está infectada. Los feriados y fines de semana también producen retrasos en los reportes de casos.

Si pudieran sumarse todos esos números -y no se puede- es probable que la cifra de contagiados fuera mucho mayor.

Por ese motivo, The Associated Press ha recomendado recientemente a sus editores y reporteros que eviten centrarse en las cifras de casos en noticias sobre el COVID-19. Eso supone, por ejemplo, no centrar historias sólo en que un país o estado bata un récord diario de contagios, porque esa cifra se ha vuelto poco fiable.

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En diferentes medios han crecido los reparos a emplear los conteos oficiales de casos, y se emplean en cambio medias de los casos reportados durante varios días.

En su sitio web “Guía de la pandemia”, el Washington Post empleaba una media de siete días en los casos nuevos y comparaba la cifra con la de la semana anterior, lo que mostraba un aumento del 56% en los contagios detectados. El New York Times empleaba los datos diarios en una tabla, pero también mostraba la tendencia de dos semanas en contagios y muertes.

Un artículo de AP publicado el sábado por Jennifer Sinco Kelleher y Terry Tang sobre el efecto de los contagios de ómicron sobre los servicios estaba lleno de estadísticas de todo Estados Unidos, como tasas de hospitalización o cifras de empleados de baja por enfermedad. No se empleó el número de casos.

“Definitivamente queríamos que la gente fuera más allá y fuera más específica al informar”, dijo Josh Hoffner, editor de noticias que ayuda a supervisar la cobertura del virus en AP.

Algunos ven los datos de hospitalización y muertes como una imagen más fiable del impacto actual del COVID-19 sobre la sociedad. Pero la utilidad de esas cifras ha sido cuestionada en los últimos días. En muchos casos, las hospitalizaciones son incidentales: hay personas ingresadas por otros motivos que se sorprenden cuando dan positivo en una prueba de coronavirus, dijo Tanya Lewis, editora jefe de salud y medicina en Scientific American.

Pese a las imperfecciones, las cifras de contagios tampoco deben ignorarse, dijo Gary Schwitzer, profesor de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Minnesota y editor de HealthNewsReview.org, que supervisa la cobertura de salud en los medios.

Los datos muestran tendencias, dan una imagen de qué zonas se ven especialmente afectadas o de si una ola puede haber tocado techo, explicó. Pueden predecir impactos más amplios en la sociedad, cómo donde se verán abrumados los hospitales o si habrá escasez de trabajadores.

“Estas son historias que podrían no contarse de forma adecuada si sólo se destacan las hospitalizaciones y muertes”, apuntó Schiwtzer.

Es un argumento que también incluyen las recomendaciones internas de AP.

“Sí tienen valor”, dijo Hoffner. “No queremos que la gente elimine la mención de las cifras de contagios”.

Algunos periodistas y expertos en salud pública creen que por dolorosa que sea, la ola actual podría augurar buenas noticias. Podría indicar que el COVID-19 empieza a convertirse en una enfermedad endémica con la que la gente aprende a vivir, en lugar de una pandemia disruptiva, escribieron David Leonhardt y Ashley Wu en el New York Times.

Pero si los últimos dos años años nos han enseñado algo, señaló Lewis, es el peligro que hay en las predicciones.

“Nos hemos sorprendido una y otra vez”, dijo. “No lo sabemos todo sobre el rumbo de la pandemia. Aún debemos ser humildes y tener la mente abierta en cuanto a dónde se dirigen las cosas”.

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