La pandemia ha trastocado varias esferas, evidenció la desigualdad económica y de acceso a la salud de millones de personas alrededor del mundo.
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Si bien los niños no han sido el grupo con mayor tasa de mortalidad ante el coronavirus, sí son los más vulnerables en esta pandemia.
No solo han enfrentado al encierro, a las clases en línea y a no poder llevar una vida ‘normal’, los niños se enfrentan a la pérdida de sus padres o cuidadores primarios. Ellos, los niños, son uno de los focos en esta pandemia que aún no parece tener final.
De acuerdo a lo publicado por la revista The Lancet, los ‘huérfanos de covid’, como se les ha denominado a los niños que han perdido a uno o a sus dos padres, ya son una emergencia mundial a la que urge ponerle atención.
Los niños que han quedado en la orfandad representarán un problema de salud que aumentará la desigualdad social y la vulnerabilidad de los niños, niñas y adolescentes impactados por la pandemia COVID-19.
Los ‘huérfanos de covid’: las cifras
En el estudio presentado por The Lancet, las cifras no son esperanzadoras, en Brasil, por ejemplo, un niño queda huérfano a causa del COVID cada cinco minutos. Los números no son más optimistas para Perú, donde al menos hay 93 mil niños que han quedado en la orfandad en lo que va de la pandemia.
Además de los padres, los niños se enfrentan a la muerte de sus abuelos, quienes también son parte de sus cuidadores primarios, por lo que el golpe emocional es aún mayor para ellos.
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Los países con el mayor número de niñas y niños en orfandad por COVID-19:
Save The Children, con base en cifras de la revista médica The Lancet, señala que Perú es el segundo país con más niños que han perdido a sus cuidadores primarios, sean estos sus padres o abuelos.
- Sudáfrica
- Perú
- Estados Unidos
- India
- Brasil
- México
Las secuelas a largo plazo
Además de la orfandad, los niños se enfrentan al aislamiento, situación que podría traerles trastornos en el mediano plazo, la imposibilidad de participar en ceremonias de duelo, las medidas de distanciamiento y las escuelas cerradas podrían cobrar una factura muy costosa.
Aunque muchas niñas y niños tienen una gran resilencia, el sufrimiento psíquico puede impactar negativamente en su capacidad cognitiva debido a la falta de factores atenuantes de su dolor.
