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La odisea de las jóvenes afganas para poder estudiar escondidas de los talibanes

14 chicas continúan con sus estudios a pesar del riesgo que implica

Las mujeres de Afaganistán temen por su libertad. Foto: Instagram

Con la llegada de los talibanes al poder las jóvenes afganas han tenido que ingeniárselas para poder continuar con sus estudios, luego de que la educación para ellas quedará limitada.

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Al menos 14 chicas se reúnen todos los días en el sótano de un edificio en Kabul para continuar con sus lecciones.

Escondidas, a puertas cerradas, ventanas tapadas y baja voz reciben las clases a cargo de una estudiante universitaria que les enseña matemáticas.

La educación para las jóvenes afganas ha sido negada

Luego de que los talibanes derrocaran al gobierno de Ashraf Ghani y se apoderaran de la capital, Kabul, impusieron restricciones a la educación de las niñas.

Aunque en un principio los radicales islamistas aseguraron que se les mantendría el derecho a la educación, en algunas ciudades las clases se terminan para las jóvenes luego del sexto grado.

Algunas mujeres han marchado en contra del nuevo régimen y han insistido en sus derechos a la educación, empleo y reunión, el grupo radical ahora en el poder se ha negado a escuchar.

Algunas mujeres afganas han pedido el respeto a sus derechos

Tomar estas clases clandestinas implica un gran riesgo, sin embargo, algunos padres están decididos a que sus hijas se formen como cualquier otro hombre.

Las alumnas se sientan en un círculo en el suelo mientras escuchan las clases sin cuadernos, ni ningún útil escolar que delate su asistencia.

“No aceptamos las restricciones y, con la ayuda de una profesora comenzamos esta escuela secreta. Queremos seguir estudiando”, explicó a DW vía telefónica Saleha (nombre ficticio), estudiante de 12 grado.

—  Saleha, estudiante de 12 años

La joven no tuvo más opción que estudiar a escondidas luego de que su propio colegio lleve dos meses cerrados.

Por su parte, Nooria, quien toma clases en esta escuela, estudiaba informática en la Universidad de Kabul antes de la llegada de los talibanes a la capital.

La joven tenía como sueño ser programadora pero ahora se ha visto truncado.

“Me siento como si tuviera un cuerpo, pero no tuviera vida”, dijo mientras confía que “días aciagos” terminen pronto.

—  Nooria

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