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’Mal de altura’, por Jorge Sánchez Herrera

“Todos los arquitectos sabemos que más alto no es necesariamente más denso. Basta darse una vuelta por Surquillo…”.

Por Jorge Sánchez Herrera – Nómena Arquitectura – Arquitecto/Urbanista jorge@nomena-arquitectos.com

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La reciente publicación del Decreto Supremo 002 ha generado algunos comentarios: ‘¡Disminuir la altura de edificios es el error del siglo! (…) Una ciudad compacta es lo que necesitamos’, ha dicho Carlos Bruce, exministro de Vivienda.

Efectivamente el DS-002 ha reducido en algunos metros o pisos la altura máxima de los edificios nuevos y, efectivamente, necesitamos una ciudad compacta. Pero el primer error del siglo -en el que aún persistimos- es que seguimos pensando en el crecimiento de nuestras ciudades en términos de alturas y áreas libres y no, como sucede en el urbanismo contemporáneo, en términos de densidad (habitantes por kilómetro cuadrado).

El segundo error del siglo es que muchas autoridades siguen pensando que la (única) forma de tener una ciudad compacta consiste en edificios más altos. Sin embargo, todos los arquitectos sabemos que más alto no es necesariamente más denso. Basta darse una vuelta por Surquillo, el distrito más denso de la capital, para notar la ausencia de rascacielos.

Entonces, el problema no es si subieron o bajaron la altura un par de pisos. El problema es dónde se promueven edificios más densos (y seguramente también más altos), pues en Lima, las alturas de los edificios se definen normalmente según el ancho de la calle o avenida, sin importar si sobre esa avenida o en ese barrio se deberían incrementar la cantidad de habitantes en el futuro.

Por eso, en los últimos años, hemos visto levantarse edificios de 20 pisos sobre avenidas que no tienen cerca ni servicios, ni recreación, ni transporte; y ahí donde sí los hay, prácticamente no se ha promovido la vivienda de alta densidad.

Entendamos de una vez dos cosas. Primero: las autoridades deben promover la vivienda ahí donde están (y estarán) los nodos de transporte, infraestructura y servicios. Ese es el primer gran paso para tener una ciudad compacta y sostenible donde los habitantes se desplacen lo menos posible y usen su tiempo y dinero en mejorar su calidad de vida.

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Y segundo: en una ciudad con la división de lotes que tiene Lima (muy pequeños y de poco frente), y donde la propiedad está atomizada en miles de usuarios, promover edificios de gran altura indiscriminadamente solo hará que toda la densidad de una manzana, o incluso un barrio, se concentre en un solo edificio (el primero que se construya), dejándolo aislado por el resto de su existencia, condenando al resto de lotes a una perpetua horizontalidad.

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