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POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista@vklingenberger
Lo sospechábamos pero hoy la vergüenza es oficial: Lima es la tercera ciudad con peor congestión vehicular del mundo. El podio del deshonor lo compartimos con la lejana Mumbai y la cercana Bogotá, a la que pronto superaremos para ser campeones de América.
Dibujemos los siguientes números en pequeñas nubes de smog imaginarias. En Lima, las horas punta suman nueve al día (¡!) y se calcula que el limeño promedio desperdicia alrededor de dos horas en llegar a su centro laboral y volver a casa. Las razones de nuestra compartida tortura son varias. Lima suma casi 2,7 millones de vehículos, casi el 70% de autos del parque automotor a nivel nacional. De todos ellos, y a diferencia de lo que muchos creen, la mayoría son particulares y transportan a una sola persona.
Por otro lado, y esta cifra llega con un prolongado bocinazo mental como banda sonora: Lima y Callao tienen más de 400 rutas de buses (la mayor parte de ellas están superpuestas) y alrededor de 1.200 intersecciones con semáforos, de las cuales solo 380 tienen fibra óptica y son controladas desde una central de la Municipalidad de Lima. El resto funciona a su bola y sin ningún tipo de coordinación o planificación. Ahora, imagina 43.000 vehículos informales peleándose por pasajeros en cada esquina. ¡Pie derecho!
Quien está detrás de la infame lista es una compañía holandesa de GPS que se llama Tom Tom, que junto a INRIX -gringos especializados en análisis de información- recopilan, cada año, los datos de los celulares de millones de personas de 403 ciudades en 56 países del mundo. Sus listas siempre tienen tres puntos en común: están dominadas por ciudades con alta densidad; ninguna de esas ciudades cuenta con un sistema integrado de transporte con foco en trenes; todas comparten su afición por los automóviles.
La congestión tiene efectos preocupantes en varios aspectos, principalmente en la economía, en el ambiente y la salud. Primero, la platita. Al año perdemos, además del aliento y el buen humor, más de S/5.000 millones en el tráfico. El gasto semanal de quienes cuentan con auto propio es de unos S/952 al mes y de S/120 para quienes se movilizan en bus o combi. Lima triplica el nivel de contaminación ambiental permitido por la Organización Mundial de la Salud y ocupa el sétimo puesto como la ciudad más contaminada de América. La contaminación es además la mayor causa de muerte en todo el mundo, y sus efectos a nivel psicológico también ponen los pelos de punta. En resumen, el estrés nos hace más violentos, incrementa los niveles de ansiedad y hay estudios que incluso resaltan la nefasta relación entre congestión vehicular y violencia doméstica (en Los Ángeles, un estudio reveló que el tráfico intenso aumentaba los casos de violencia doméstica en un 9% aproximadamente).
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Así seguimos. Mirando la luz roja. Respirando toxinas. Atascados en la burocracia y la corrupción a la espera de que algún genio se dé cuenta de lo evidente: una ciudad con un sistema de transporte que funciona es una ciudad sana y feliz. Y si eso no los convence, aquí el resumen del excel: una ciudad con un sistema de transporte organizado y decente es una ciudad con mayor probabilidad de generar más ganancias para sus habitantes y el desarrollo del espacio que comparten. ¿Alguien nos cede el paso?
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