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Por Zoë Massey
FOTÓGRAFA
MamaZora y la gran Tía Meche se pasaban horas frente a la TV, palitos en mano. Tejían mantas, tejían mantelitos, tejían tapetes para poner sobre la misma TV, zapatillitas para caminar y a la vez lustrar el piso. Tejían forros para las escobas, sin mirar, hasta quedarse dormidas. Mi MamaZora intentó enseñarme, pero ella era zurda y yo no. Hoy, mientras escribo, me abrigo las piernas con una mantita hecha por ellas, llena de colores y cariño.
Tejer puede ser una actividad que se realiza en la comodidad del hogar, sentados frente a la TV como hacían mi abuela y su hermana, o en la calle, en el tiempo que pasamos en el micro, en la cola del banco, mientras esperamos que nos atienda el doctor. Podemos hacerlo sentados en un parque y podemos juntarnos con amigos a conversar y tejer.
Tejer no solo es un hobbie o una tradición familiar. Trae muchos beneficios para nuestra salud. Empecemos porque al hacerlo usamos ambos lados de nuestro cerebro; a mayor dificultad del tejido, mayor destreza mental se necesita. Al tejer mejoramos nuestra motricidad, pues es un ejercicio que requiere constante movimiento y evita que las manos se queden agarrotadas. Ayuda a evitar dolores de las articulaciones en las manos si se practica al menos una vez al día. Practicar el tejido reduce la ansiedad y mejora nuestro estado anímico. Tejer puede ser una cadena no solo de lana, sino de ayuda social. Tejer puede abrigar a quien más lo necesita.
Así es que el Colectivo Zamba Canuta lanzó una idea loca y se unió al espíritu solidario del grupo de Facebook El Barrio Emprendedor: ‘¿Y si tejemos cuadraditos para hacer mantas y donarlas a quienes son afectados por el friaje?’… La meta original era de 15 mantas para ser donadas a los abuelitos del albergue de ancianos con el que trabaja Kusimayo en Puno. Pero el Facebook hizo magia y luego de un mes de tejido, un par de fechas de unirse varias voluntarias a unir cuadraditos, gente pilas que ni se conocía se juntó. Entre risas, cafés, galletas y el reto de querer ayudar, al final no se enviaron 15, sino 62 mantas a Puno. Se repartieron entre los abuelitos y pobladores de comunidades a las afueras de Juliaca gracias a la energía inagotable de Nancy Zamalloa de Kusimayo. Una cadena tejida punto a punto para ayudar.
¿Al pensar en grupos de personas tejiendo, imaginas un grupo mixto? Pues te contaré que en la era de la igualdad, solo hemos tenido a dos hombres tejiendo en esta campaña. A pesar de que en nuestro país los tejedores hombres logran las más hermosas piezas de tejido artesanal, como sucede con los tejedores de Taquile (justamente en Puno). Sería genial si te quitas el roche de encima y te unes a tejer para abrigar un cuadradito a la vez. Si descubres que no lo puedes hacer, igual te puedes unir a las fechas en las que se unirán los cuadraditos para armar las mantas. Siempre son útiles más manos solidarias y puedes romper el estereotipo.
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Entrevista
Juan Luis Zegarra, director del Colectivo Zamba Canuta y profesor del colegio Raimondi.
Creación cultural
¿Por qué Zamba Canuta organiza estas campañas de tejido?
La participación ciudadana utilizando la creatividad y el arte alimenta la autoestima y propone creación cultural. Además, cuando se teje en grupo se libera la mente y las personas empiezan a dialogar, a hablar de sus vidas y compartir historias.
¿Cómo una acción pequeña como tejer un cuadradito puede generar un cambio?
Así como una casa se construye de ladrillos, las pequeñas acciones que se suman nos construyen a nosotros mismos y a la sociedad. En el día a día, con estas microacciones estamos comenzando a construirnos.
¿Por qué crees que no hay hombres tejiendo en la campaña?
Basado en mi experiencia como docente de arte, creo que es porque no se les ha dado la oportunidad desde niños de experimentar materiales y técnicas propias del tejido, para así enfrentarse a un medio en el cual puedan descubrir un interés personal. No se trata solo del curso de arte, ¡cuántas clases de historia del Perú podrían trabajarse mientras se hace un tejido de alguna cultura prehispánica!
¿Cuáles son los resultados de enseñar a tejer a los niños en el colegio?
A los niños les encantan los retos. Si les das unas lanas y un telar y les dices que pueden fabricar algo que ellos o alguien más pueden usar, se entusiasman: ‘¿en serio, profe, yo puedo hacer una bufanda? ¿Entre todos podemos hacer una manta?’. Así el reto se vuelve un motivador de la clase. Y también se desarrolla la motricidad fina. La torpeza que uno pueda tener al manipular nuevos materiales es ampliamente superada con trabajos de tejido con telar, con crochet, con palitos, con las manos solamente, etc.
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