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POR VERÓNICA KLINGENBERGER Periodista@vklingenberger
Hay algo especial acerca del puerto de Liverpool . Cierta melancolía en los ladrillos húmedos de sus fachadas, en las gaviotas que sobrevuelan sus calles y plazas, en Penny Lane y sus turistas encapuchados sin saber bien hacia dónde mirar. Sospecho que una buena manera de sobrevivir a una ciudad así es la camaradería, el trabajo en equipo. También la cerveza.
El martes por la tarde, la ciudad recibe a dos peruanas con la amabilidad que la caracteriza. A pesar de su intensidad, y de no tener el refinamiento londinense, los scousers no pierden la dulzura ni el sentido del humor, aun cuando esa misma noche deben jugarse el pase a la final de la Champions contra el Barcelona de Messi, que viene de meterles tres goles en el partido de ida en el Camp Nou. No interesa, si estás en Liverpool e hinchas por el Liverpool, nunca caminarás solo. Menos cuando te diriges al pub del barrio a ver a tu equipo jugarse la dignidad.
Lo que pasó después es lo que hace del fútbol el deporte más bonito que existe. Y es que todo es posible cuando un equipo y sus hinchas se inspiran y luego de un rápido gol -Origi al minuto 7- redescubren lo bien que se siente ganar. Dicen que la noche del martes el Anfield encendió a sus jugadores. Los hinchas del pub McCooley´s hicieron lo mismo con las peruanas a punta de himnos, abrazos y pintas de cerveza cada vez más baratas.
El segundo y el tercer gol llegaron con dos minutos de diferencia -Wijnaldum en el 54′ y el 56′- tiempo suficiente para apurar un trago de Guinness antes de que te la echen encima. El 3 a 3 no solo devolvía las posibilidades. El empate era garantía de que venía más. “Hemos hablado de las actuaciones de Liverpool de hace 20, 30, 40 años’, comentaba un incrédulo Alan Shearer a todo volumen por BBC 5. ‘Pero recuerda el martes 7 de mayo del 2019, porque esta ha sido una noche tremenda’. El ex capitán de Inglaterra resumía así lo que todos sentíamos. El cuarto gol llegó en el minuto 79 y fue más que una picardía, un hermoso atrevimiento. Nadie estaba pendiente del córner. Alexander-Arnold fue más rápido que todos y Origi pudo rematar solo en el área.
Solo hay una forma de anular al mejor jugador de todos los tiempos y es jugar en equipo y con la mejor hinchada del mundo. Sin Salah ni Firmino, el equipo de Klopp enfrentó al Barcelona con más de 50 mil jugadores envalentonados. Messi ya lo había vaticinado. Con el Anfield no se juega. “Es buen resultado el 3-0, pero hubiera sido mejor ir 4-0. Es un resultado muy bueno, pero no está definido porque vamos a una cancha muy difícil, con mucha historia, que aprieta mucho”, dijo el argentino. Mark Lawrenson, ex defensa del Liverpool, también comentaba el increíble efecto de la hinchada roja: ‘Lo he visto muchas veces, jugadores de primer nivel rebajados a un juego ordinario debido a una atmósfera tan intensa que apenas te da la oportunidad de respirar, de siquiera pensar’.
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Ayer por la mañana, Liverpool amaneció con lluvia y alegría. El guía del Magical Mystery Tour -el tour en bus que recorre los lugares emblemáticos de la historia de los Beatles- resumía la larga noche así: ‘Bienvenidos a un muy resaqueado Liverpool, la ciudad del equipo finalista de la Champions’. Todos aplaudimos excepto por cuatro catalanes que todavía intentaban sacarle algún provecho a su visita. Y mientras el bus se puso en movimiento volví a pensar en el compañerismo como una buena manera de sobrevivir en ciudades como esta. A fin de cuentas, lo que ha hecho Klopp con su equipo es lo mismo que decía Lennon del suyo: ‘A veces te mareas. Pero solíamos apoyarnos juntos de alguna manera. Siempre habrá alguien en quien hacerlo cuando hay cuatro como tú. Siempre habrá alguien que esté lo suficientemente cerca para ayudarte a superar las fases difíciles’.
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