Dos casos de discriminación racial han causado indignación en estos últimos días. El pasado viernes, una socia del club Regatas publicó a través de redes sociales un mensaje discriminatorio sobre las niñeras que cuidan a los hijos de otros socios dentro del club. El post incluía frases como ‘las nanas entran al club a trabajar, no tienen derechos, tienen obligaciones’; o ‘sus patronas quieren que usen el club como invitadas’.
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De otro lado, el domingo pasado, Zulema Alatrista Andía, una ingeniera de sistemas de 42 años, pasó a la agresión física y verbal contra Elena Visa Choquecondo, una trabajadora que ordenaba el tránsito por los desvíos de la obra de la Variante de Uchumayo en Arequipa.
Aparte de los insultos racistas, la agresora habría aplastado uno de los pies de la trabajadora con la llanta de su auto. El caso está en investigación y la ingeniera Alatrista podría ser condenada hasta a cuatro años de prisión.
‘Esto refleja la existencia de un pensamiento racista arraigado en nuestra sociedad que debe ser abordado de manera integral. Esto no se resuelve solo con sanciones, es un problema histórico que se percibe en la manera en que nos relacionamos en la escuela, la familia y las calles’, explica Kantuta Vallenas, directora de Diversidad Cultural y Eliminación de la Discriminación Racial del Ministerio de Cultura. ‘Por eso existen estas relaciones desiguales en las que un grupo denigra a otro porque cree ser superior’.
En marzo del año pasado, el Ministerio de Cultura presentó los resultados de la primera encuesta nacional sobre Percepciones y Actitudes sobre Diversidad Cultural y Discriminación Étnica-Racial. En ella, el 53% considera que los peruanos son racistas o muy racistas, pero solo el 8% se percibe a sí mismo como tal, es decir, racista o muy racista.
‘Hay una conciencia colectiva de que estamos en un país racista, pero hay una brecha importante. Por un lado, se reconoce este problema que afecta derechos fundamentales, pero por otro todavía falta trabajar en la conciencia individual, porque muchas veces las personas agreden a otras y normalizan estos términos denigrantes’, dice Vallenas.
Esta fue la primera encuesta de este tipo realizada desde el Ejecutivo, pero ya existían antecedentes desalentadores. En el 2005, la ONG feminista Demus aplicó un sondeo similar. Allí, el 46,5% de los encuestados opinó que la sociedad peruana era ‘muy’ o ‘bastante’ racista.
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‘El problema del racismo continúa presente en la sociedad. Lo que podemos decir es que hoy hay más solidaridad. No nos hubiéramos podido enterar del caso de la señora Elena Visa si un ciudadano no hubiera grabado todo el episodio. Estamos tomando conciencia y reaccionamos como ciudadanos’.
Por eso, la vocera del Ministerio exhortó a quienes sean testigos o víctimas de estos casos a denunciarlos. Puede hacerse ante la Policía Nacional y la Fiscalía. Por su parte, el Ministerio de Trabajo puede encargarse de posibles abusos laborales.
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