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Por Zoë Massey Fotógrafa @ZoePix
El 18 de enero de 1535 se fundó la ciudad de Lima, esa que empezara con pocas casas en las cercanías del río Rímac, su valle lleno de frutales y buen clima (suena a otra ciudad). Quizás nadie imaginó que se convertiría en aquella locura que es hoy nuestra ciudad capital.
Se le bautizó también entonces como la Ciudad de los Reyes y de esto hay algunas versiones. La que se refiere a la llegada de los reyes magos (¿?) o como sostenía la gran María Rostworowski, en honor a Carlos V de Austria y I de España y de las Indias, y de su madre, la reina Juana. También el origen del nombre tiene distintas versiones, que si viene del aymara o el quechua, o quizás hasta del ishma, lo cierto es que Lima – Ciudad de los Reyes, Perla del Pacífico, la Tres Veces Coronada Villa y Ciudad Jardín- está cumpliendo 484 años y se preparaba a celebrarlo a lo grande (en lo personal festejo que este año finalmente lo haga libre del nefasto alcalde amarillo).
Lamentablemente, las actividades celebratorias de la Municipalidad Metropolitana de Lima que empezaban hoy miércoles -la fecha central es el viernes 18- fueron canceladas debido a la emergencia que vienen atravesando los vecinos de San Juan de Lurigancho. Así lo dispuso el alcalde Jorge Muñoz, así que adiós Gran Serenata, bailes, música y fuegos artificiales.
Mejor entonces recordemos. ¿Te imaginas cómo era Lima antes de las combis, de los negocios informales, de los malos alcaldes y de los malos ciudadanos que usan a escondidas sus esquinas como baño público? Tuve la suerte de crecer caminando esas calles gracias a una abuela paseandera que trabajaba en El Comercio. Ella me llevaba a todas las exposiciones que cubría, a los museos, entrevistas que hacía y hasta al mismo periódico (vaya coincidencia). De Tacna a Abancay, pasando por el antiguo Polvos Azules a los postres que hoy se sirven en la alameda Chabuca Granda. Paseábamos soñando con la estación de Desamparados, hoy Casa de la Literatura. Comíamos en menús súper clásicos del centro que hoy ya no sabría reconocer. Me imagino esos balcones con sus chismoserías, esas veredas tantas veces recorridas, los pregoneros a todas las horas. Eso sí, me cuesta imaginarla alguna vez como ‘ciudad jardín’.
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Anda al Centro de Lima, deja el carro, usa el Metropolitano, camina, recórrelo sin miedo, que es hermoso y mágico. Y al cierre de la tarde, anda por un chilcano al Cordano y siente que el tiempo no ha pasado. ¡Feliz aniversario Lima, podemos estar mejor!
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