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‘Transporte y residencialidad’, por Jorge Sánchez Herrera

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Jorge Sánchez Herrera – Nómena ArquitecturaArquitecto/Urbanistajorge@nomena-arquitectos.com

El nuevo año trajo nuevas autoridades municipales y nuevos discursos en los distritos. Muchos quieren deslindar ciegamente de las gestiones anteriores. Otros, quizá más inteligentemente, se han comprometido a continuar las buenas prácticas y políticas de sus antecesores. Algunas noticias y debates no han pasado desapercibidos.

En primer lugar, finalmente se promulgó la ley que crea la Autoridad de Transporte Urbano (ATU). Luego, el gesto del alcalde Muñoz, de ir en bicicleta al Municipio, desató un breve debate sobre cuál debería ser la prioridad del alcalde, si fomentar un medio que solo una minoría utiliza o enfocarse en medios de transporte masivo. Finalmente, algunos alcaldes, en un discurso que termina siendo extrañamente popular, han prometido ‘recuperar la residencialidad del distrito’.

Lamentablemente, es muy común que atendamos los problemas de la ciudad por separado. Por ejemplo, pretendemos enfrentar el problema del déficit de vivienda construyéndola en lugares periféricos, donde el suelo es más barato, pero tiene muy poca accesibilidad a servicios y transporte masivo. Así, cuando pasamos horas atascados en el tráfico, maldecimos los semáforos, las pistas y la falta de un sistema de transporte, pero no se nos ocurre pensar que vivimos lejos de nuestro trabajo o centros de estudio porque el Estado no tiene una política al respecto.

En el debate sobre los medios de transporte, a muchos de quienes manejan auto les molesta el tráfico, pero llaman ‘mermeleros’ a quienes intentan gestionar los estacionamientos públicos eliminando su uso gratuito (cuyo objetivo final es desincentivar su uso). No conozco a nadie que no quiera un mejor sistema de transporte público, pero son pocos (aunque felizmente cada vez más) quienes están dispuestos a cambiar el auto por otro medio. En buena parte porque su trabajo, centro de estudio o cualquier otro servicio se encuentra lejos de su casa. Lo que sucede porque son ellos mismos quienes se oponen a que los centros de trabajo, estudio o comercio estén en el mismo barrio, perjudicando la ‘residencialidad’ de ‘su distrito’.

¿Pero qué entendemos por ‘residencialidad’? ¿Es acaso un lugar donde solo hay casas o departamentos y debemos tomar el auto o un bus para ir al supermercado? ¿Es un barrio donde no se puede caminar a la bodega, al sastre o al veterinario? ¿Dónde los niños tienen que madrugar para subirse a una movilidad con al menos una hora de camino por delante?

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Obviamente no, todo lo contrario. Por eso, muchas de las empresas estatales que manejan el transporte urbano en otras ciudades (como lo será nuestra ATU) entienden la movilidad como un concepto más holístico en el que todos los sistemas de transporte (bus, metro, bicicleta, caminar) son importantes y complementarios. Y por eso, también, estas empresas están estrechamente vinculadas y tienen injerencia en las decisiones de planificación y crecimiento de la ciudad. Porque tan importante como reducir el déficit de vivienda, infraestructura, servicios y transporte masivo en la ciudad es pensar cómo cada una de estas obras busca reducir nuestros innecesarios desplazamientos, promoviendo así barrios verdaderamente ‘residenciales’.

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