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‘Por qué el estrés afecta la retención de grasa corporal’, por Vanna Pedraglio

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Por: Vanna PedraglioCoach deportiva y nutricional

Actualmente, la palabra estrés va y viene en boca de todos. Y aunque esté dentro de nuestro vocabulario diario, muchas veces no tiene un significado que podamos palpar. Se trata de una condición real que nos afecta no solo en el rendimiento laboral, sino también en el desenvolvimiento funcional de nuestro organismo.

Así, se ha establecido que existen conexiones entre el estrés y la dificultad para perder peso. El estrés incluso puede hacerte ganar kilos por desequilibrios hormonales o desregulaciones de procesos normales en nuestro cuerpo. Por eso, debemos entender qué sucede cuando estamos estresados para poder actuar al respecto.

Saber las causas no es tan fácil, ya que es más un tema subjetivo, cada uno experimenta su vida a su modo y tiene distintas razones para sentirse estresado. Sin embargo, sí hay características que siempre aparecen. Entre las más importantes están las responsabilidades profesionales, los conflictos familiares, la falta de actividad física, los problemas económicos o los de salud.

No obstante, aunque estas sean las razones más comunes, no significa que sean las únicas. Estos problemas afectan más la parte psicológica, pero también existen y nos afectan ciertas deficiencias físicas llevándonos a altos niveles de estrés, como por ejemplo, no dormir lo suficiente cada noche. Cuando sentimos estrés, el cuerpo se ve afectado por una sobreestimulación de la hormona cortisol, que tiene la propiedad de elevar los niveles de azúcar en la sangre y suprimir el sistema inmunológico.

También hace que nuestras células sean menos sensibles a la insulina (promueve que almacenemos grasa) y la leptina (que hace que no sintamos saciedad), perdiendo los niveles de reacción sin poder hacer bien su trabajo. En otras palabras, nuestro cerebro no puede leer las señales de estas dos hormonas por culpa del cortisol. Y lo que sucederá es que no podremos perder grasa y sentiremos constantemente una sensación de hambre. Además, es bueno saber que en el cuerpo existen varios tipos de grasa.

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La grasa subcutánea o bajo la piel (la que nos afecta de manera estética), la que se puede tocar y agarrar; y la grasa más profunda, la que envuelve nuestros órganos, llamada grasa visceral. Cuando estamos estresados, la grasa que normalmente se retiene es la visceral -en la parte central del cuerpo o la que nos saca pancita- y es más peligrosa que la que se encuentra bajo la piel. Se encuentra entre los órganos y puede causarles distintos problemas. Retener más grasa también está directamente relacionado con señales de inflamación en todo el organismo, lo cual crea un ciclo en el que la grasa estimula la inflamación y la inflamación estimula el aumento de almacenamiento de grasa. Eso puede convertirse en un problema grave rápidamente.

En conclusión, el estrés puede ser estimulado tanto por causas psicológicas como físicas. Si los niveles de estrés son crónicos, estaremos secretando cortisol de manera desmedida, con consecuencias devastadoras a nivel fisiológico. Se crea el escenario perfecto para promover el aumento de peso y afectar nuestra imagen (estéticamente hablando) y psicología emocional. Ser conscientes de nuestras afecciones es indispensable para vivir en un correcto balance.

Haz deporte, come saludable, depende de ti ser responsable de tus emociones y actitudes positivas ante la vida cotidiana.

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