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Río de Janeiro. “Yo no entiendo mucho de armas, entiendo de arte”, afirma Rodrigo Camacho empuñando una réplica de una metralleta AK-47 confeccionada por él mismo con cartuchos de balas en su estudio-garage de Río de Janeiro en Brasil.
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Ferviente admirador de la policía, de los militares y del presidente Jair Bolsonaro, este brasileño de 40 años compone cuadros y esculturas con piezas descartadas en entrenamientos de la policía y de clubes de tiro, dos ambientes enaltecidos desde que el ex militar ultraderechista llegó al poder.
“Mi intención es mostrar que cada una de estas piezas pasó por la mano de un policía, de un soldado, de un sargento, de personas que entrenan para defendernos”, explica Camacho.
En su “atelier”, un garage bien iluminado y ventilado junto a su casa de dos plantas, almacena en cajones de madera su materia prima: miles de cartuchos, espoletas y proyectiles usados.
Con pegamento, la destreza propia de un ex estudiante de arquitectura y muchas horas de trabajo, los transforma en efigies para ser vistas a distancia.
“Algunas personas comparan mi trabajo con el arte de trincheras [piezas esculpidas por soldados con restos de municiones], pero yo me considero apenas un artista brasileño” que “cree en su país”, declara. Una convicción que lleva literalmente en su piel, con la partitura del himno nacional tatuada alrededor de un antebrazo.
Entre sus obras figuran retratos de políticos, símbolos de unidades policiales, militares o réplicas de una AK-47 y del trono de hierro de la serie “Game of Thrones” hecha con balas, utilizados para promocionar su trabajo durante una feria internacional de armas en Río de Janeiro.
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“Trabajo con cosas y personas polémicas”, admite.
[goldfish_publicidad]– Un artista de la era Bolsonaro —
Camacho vive con su esposa, médica, y un labrador negro, Prince.
Incursionó en la artesanía con balas desde hace apenas un año y medio, inspirado en una visita al comando del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) de la Policía Militar de Río de Janeiro. Hasta entonces fabricaba piezas de carpintería y decoración rústica por encargo.
“Un amigo subcomandante del BOPE me invitó a la sede para realizar un banco con pallets (…). Al ver los cartuchos en el suelo, tuve la idea de usarlos para hacer la calavera” símbolo de la institución, explica.
La imagen fue usada para conmemorar los 40 años del batallón y lanzó una carrera que hasta ahora no se ha vuelto del todo rentable, pero que le ha dado visibilidad nacional, sobre todo después de regalarle a **Bolsonaro **uno de los retratos que le hizo.
Camacho, orgulloso, exhibe en su celular un video del momento en que le entrega la pieza: el rostro serio de Bolsonaro **en primer plano, en tonos de dorado y negro, enmarcado en una estructura con la forma del mapa de **Brasil.
“La primera vez que lo vi, lo miré a los ojos y sentí su convicción. Si Dios quiere, va a cambiar el país. No de un día para el otro, pero sí dentro de tres años”, sostiene Camacho.
Entre sus primeras medidas de gobierno, **Bolsonaro **flexibilizó por decreto la posesión y el porte de armas, invocando el derecho a la legítima defensa.
Camacho también admira al gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, que llegó a preconizar el recurso a francotiradores para luchar contra la criminalidad en las favelas.
“Río precisa una mano dura”, defiende el artesano, que tampoco dudó en homenajear a un gobernador de la oposición, Camilo Santana (PT), para elogiar su respaldo a la policía del estado de Ceará.
Desde que retrató a **Bolsonaro **y Witzel no han parado de llegarle encargos, principalmente de unidades policiales y militares que buscan decorar sus sedes con piezas que exalten su trabajo.
Pero como la mayor parte de su obra acaba siendo voluntaria, busca patrocinios, públicos o privados.
Su pieza favorita, confeccionada para un seminario sobre policías muertos o heridos en Río de Janeiro, muestra la silueta de un agente sostenido por muletas que ejecuta un saludo militar ante la tumba de sus colegas fallecidos.
“Ellos son los verdaderos héroes”, se emociona Camacho.
Fuente: AFP