Kirkuk. ¿Ataques de yihadistas, conflictos étnicos o disputas entre propietarios? Las tierras agrícolas del norte de Irak están en llamas y no se sabe quién les prende fuego.
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Este año, tras intensas lluvias, la temporada agrícola parecía partir con buen pie. Pero entre comienzo de mayo y de junio, el periodo de cosecha, “236 incendios” redujeron a cenizas “5.183 hectáreas” de cultivos, principalmente de trigo y cebada, según los servicios de defensa civil.
Todos estos incendios y otros cientos que pudieron ser sofocados se declararon en cuatro provincias del norte, ocupadas por el grupo Estado Islámico (EI) entre 2014 y 2017, y donde todavía hay yihadistas ocultos.
Sólo el jueves se registraron “16 incendios” en la provincia de Nínive, informó Durid Hekmat, encargado de la Agricultura en esta provincia. Para proteger los 15.000 kilómetros cuadrados cultivados en esta región del noroeste los bomberos cuentan con unos 50 camiones.
“Terrorismo” y “vendettas”
En estas zonas, donde yihadistas y combates para expulsarlos asolaron tierras y material agrícola, hubo incendios por el calor, por errores humanos, por técnicas de agricultura inadecuadas o por accidentes eléctricos, reconoce el general Saleh al Juburi, jefe de defensa civil de Kirkuk, al norte de Bagdad.
Las autoridades y los agricultores creen que en la mayor parte de los casos son obra de individuos malintencionados.
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En varias ocasiones, según un oficial de policía que pidió permanecer en el anonimato, “combatientes del Estado Islámico prendieron fuego a campos porque los agricultores se negaban a pagar el zakat”, el impuesto musulmán.
Estos yihadistas, añade, “vienen en moto, provocan incendios y dejan explosivos que estallan a la llegada de civiles y bomberos”.
“En el distrito de Al Abasi, cuatro civiles murieron y en el de Daquq, falleció otro”, asegura referiéndose a sectores de la provincia de Kirkuk.
En su revista de propaganda, al Naba, el Estado Islámico reivindicó “78 incendios”, recuerda Hisham al Hashemi, experto en movimientos yihadistas. “Los otros son sobre todo fruto de conflictos por la tierra, entre personas o tribus”, estima.
El primer ministro Adel Abdel Mahdi comentó que los incendios tenían un origen “terrorista y criminal” pero también se debían a “conflictos y a actos de vendettas”.
En la provincia de Kirkuk, cuya soberanía se disputan el Kurdistán autónomo y el gobierno central de Bagdad, las rencillas interétnicas pasan factura, con acciones contra las 200.000 hectáreas de tierra arable.
Cada año, esta provincia petrolera produce 650.000 toneladas, principalmente de cereales, recuerda Burhan al Asi, encargado de Agricultura del consejo provincial.
Récord
Este año los incendios batieron un récord en un país donde uno de cada tres habitantes vive de la agricultura.
Unas pérdidas enormes para Raad Sami, quien se quedó sin casi 90 hectáreas de cultivos en Rebeda, una aldea al sur de Kirkuk. “Los hombres del Estado Islámico lo quemaron todo y no hemos podido hacer nada porque el incendio era enorme”, lamenta. Y en el peor momento, “al final de la temporada, cuando se cosecha para vender y rembolsar nuestras deudas”. “El gobierno debe indemnizarnos”, afirma.
Yusef Ahmed, un agricultor turcomano, ignora quién quemó los campos. Y poco importa “que sea el Estado Islámico, la gente que quiere acapararse de nuestras tierras o el resultado de la disputa entre Bagdad y los kurdos”.
Para él el resultado es el mismo: “todos juntos, destruyeron la economía y la agricultura de Irak”. “Por su culpa tendremos que importar trigo”.
Fuente AFP
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