Leonardo Campana, autor de los seis goles que forjaron el primer título para la selección ecuatoriana en el campeonato Sudamericano Sub 20 desarrollado en Chile, regresó a su tierra natal para cumplir un objetivo pendiente: graduarse como bachiller de la República del Ecuador en el colegio Torremar.
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Entre aplausos, el goleador norteño cerró una etapa importante de su formación académica, demostrando que tener encaminado un prometedor futuro en el fútbol no es suficiente.
‘Leo’, como suelen llamarle sus compañeros, forma parte de una de las familias con las mayores fortunas del país y además e hijo de un ex tenista y actual ministro de Comercio Exterior.
Con sus 18 años y máximo goleador del Sudamericano Sub 20 disputado recientemente en Chile, procede de una acaudalada cuna y es heredero de un linaje ganador.
Nieto de Isabel Noboa, fundadora y presidenta de uno de los grupos empresariales más grandes de Ecuador y considerada entre las mujeres empresarias más importantes de América Latina, Campana, aglutina esa humildad de la que su abuela hacía gala.
A diferencia de numerosos jugadores jóvenes que proceden de ese fútbol que se juega en la calle, Leonardo Campana, creció en una familia adinerada pero no ajena al deporte rey.
Y es que también es nieto de Isidro Romero Carbo, uno de los presidentes del club local Barcelona y de sus grandes impulsores, a quien en su honor y gratitud por los títulos logrados bajo su mandato, el estadio que construyó lleva su nombre.
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‘Leo’, centro delantero del club guayaquileño, aseguró recientemente que “analizará las propuestas” que le vayan llegando de los cazatalentos que siguieron la competición sudamericana.
Borussia Dortmund, Sporting de Lisboa, AC Milan e Inter serían los principales interesados en contar con sus servicios.
Contra las defensas recias en cada partido del Sudamericano, especialmente de Uruguay, Campana se ha ido haciéndose a sí mismo al igual que lo hiciera su progenitor en los sets de la Copa Davis o los Olímpicos.
Su abuelo también afrontó difíciles momentos al frente del Barcelona, como en la final que perdió de la Copa Libertadores de 1990, según advirtió “por un mal arbitraje”, ante el Olimpia de Paraguay.
También ha podido heredar la entereza ante los desafíos y la visión de su abuela Isabel Noboa, responsable en buena medida de la transformación de Guayaquil.
Con sus dos líneas rapadas a un lado de la cabeza, este delantero ya está marcando tendencia en un país donde abundan los aficionados al fútbol y pocos daban algo por él antes de iniciarse el Sudamericano.
Pero ha sido su talento, y los 6 goles en 9 partidos disputados, los que le han hecho valedor de un rincón de la historia del deporte nacional, al que ha llegado con humildad y gratitud hacia el resto del equipo y cuerpo técnico.
Sobre el éxito del equipo y cómo fue de menos a más en cada enfrentamiento, Campana reveló que “ese cambio de mentalidad fue una obra del cuerpo técnico: Nos inculcaron desde el primer día que teníamos un buen equipo para pelear el campeonato, pero lo único que nos faltaba era creérnosla”.
El seleccionador ecuatoriano, el argentino Jorge Célico, dio en la campana y le convocó inspirado en lo que podría hacer ‘Leo’, que en dos años con la camiseta de los juveniles de su Barcelona, marcó 41 goles en 40 partidos.
El joven alto y flaco, se transformó en la cancha, se volvió temible para los defensas y porteros de las selecciones sudamericanas, desató toda su inspiración y romance con “la bendita pelota de fútbol”, que se rindió en seis ocasiones a su técnica para elevarlo al altar de los goleadores.
Los tantos le hicieron merecedor del trofeo “Alberto Spencer”, que entrega la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) en homenaje al máximo goleador de todos los tiempos de la Copa Libertadores, con 54 tantos, el también ecuatoriano Alberto Spencer Herrera.
Con información de EFE