Maria José Cristerna, conocida como la “mujer vampiro” de México, ha dejado al mundo asombrado con sus asombrosas 49 modificaciones corporales, que incluyen dientes puntiagudos, lengua dividida, cuernos de titanio y pigmentaciones oculares. Sin embargo, mientras su aspecto externo ha generado seguidores y admiradores, la mujer de 47 años ha emitido una seria advertencia a aquellos que puedan estar considerando seguir sus pasos.
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En una fotografía recientemente compartida en su cuenta de Instagram, Maria mostró su cuerpo fuertemente tatuado y modificado mientras posaba con un diminuto bikini blanco. Sus seguidores no tardaron en elogiar su apariencia, calificándola de “hermosa” y “maravillosa”. Sin embargo, en medio de los halagos, la “mujer vampiro” aprovechó la oportunidad para hacer un llamado a la reflexión.
La vampira “real” mexicana habla a sus seguidores sobre las modificaciones corporales
“El consejo que daría es que piensen mucho en ello, ya que es irreversible”, advirtió Maria en sus redes sociales, lo que llamó fuertemente la atención de sus seguidore, quieres usualmente apoyan a la “mujer vampiro” en todos sus proyectos de medicación corporal, siendo estas las que la han llevado a tener una enorme popularidad en todo el mundo.
“Me encanta cómo lucen, pero debes entender que hay jóvenes que son muy abiertos a los tatuajes, perforaciones y todo eso. Se ha vuelto de moda, por lo que podríamos llegar a un punto en el que ya no sea lo que queremos, y podríamos no gustarnos más”. Continuó Maria.
Con 49 modificaciones corporales y contando, Maria se ha convertido en un referente en el mundo de las transformaciones extremas. Sin embargo, detrás de su apariencia única se esconde una historia de coraje y superación.
¿Quién es Maria José Cristerna?
Criada en una familia muy religiosa, la artista del tatuaje inició su camino hacia la modificación corporal a los 14 años, cuando se hizo su primer tatuaje. Pero fue a los 30 años cuando dio un paso más allá y optó por su primera modificación con implantes corporales, colocando un implante en la frente como símbolo de “liberación” tras sobrevivir al abuso doméstico.
Para Maria, sus modificaciones son una expresión de valentía, fuerza y libertad, y ha utilizado su apariencia única para empoderarse y amarse a sí misma. Sin embargo, también es consciente de que su estilo de vida no es para todos.