El yogur es uno de los alimentos más antiguos y con fama de saludable por cantidad de proteínas, micronutrientes y ácidos grasos beneficiosos. De origen lácteo, proviene de la fermentación de microorganismos de la leche como el Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus y Streptococcus thermophilus, según define Yogur Nutrition.
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Son esas bacterias las que le dan su sabor y consistencia características. Pero, ¿realmente el yogur es tan beneficioso para la salud? La creencia popular le ha atribuido “superpoderes” a este alimento con probióticos que, sin embargo, no son tales, debido a que aplica según ciertas condiciones.
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Los mitos del yogur
Veamos cuáles son los tres mitos más comunes sobre el yogur, un alimento bajo en calorías y que en su composición (proteínas, calcio, potasio, zinc o magnesio, vitaminas B-2, B6, B12, entre otros) demuestra que es altamente nutritivo.
1. No engorda: En el imaginario popular se dice que el yogur ayuda a controlar el peso, mito que surge debido a que su consistencia genera una sensación de saciedad en quien lo consume habitualmente, además de que sus porciones contienen numerosos nutrientes.
En parte es cierto, sin embargo, se comete el error de pensar que todos los tipos de yogur son saludables, cuando en realidad en el mercado abundan presentaciones con azúcares y componentes añadidos que, además de hacer ganar peso, pueden tener consecuencias negativas para la salud. La recomendación es mirar bien las etiquetas para preferir los naturales.
2. Los de frutas también son saludables: Depende. Este mito parte de la creencia de que las frutas por ser bajas en calorías no inciden en aumento de peso. No obstante, la mayoría de los yogures procesados que anuncian sabor a frutas tienen altas cantidades de azúcar y añadidos, con lo cual se alejan de los beneficios para la salud. Lo ideal es añadir la fruta natural al yogur, también natural, para aprovechar los nutrientes de ambos alimentos.
3. Mejor si se consume después de hacer ejercicio: Antes o después, el yogur es un buen alimento para quienes se ejercitan, señalan los expertos; por supuesto, siempre que sea bajo en azúcar. En ambos casos aporta o restituye la energía.