Una de las historias más extrañas relacionadas con un líder político fallecido es sin duda, la de Eva Perón. El cuerpo de la popular ex primera dama de Argentina que murió el 26 de julio de 1952, fue usado como trofeo de guerra durante años y muchos otros lo buscaron para eliminarlo o para “santificarlo”.
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Decenas de libros se han escrito sobre el peregrinar de esta mujer que se convirtió en una “redentora” de los pobre durante los años 40. Proveniente de la pobreza, había llegado al poder de la mano de su esposo el general Juan Domingo Perón.
Su estilo populista y su discurso a las masas cautivaron a millones de argentinos, quienes vieron en ella voluntad de servicio y de ayuda real a los más necesitados.
Tras su muerte debido a un cáncer de cuello uterino a los 33 años, dos millones de personas acompañaron su paso fúnebre y su velatorio que duró dos semanas. Pero luego de eso, el cadáver embalsamado pasó 20 años peregrinando por distintos lugares, reseñó un informe de la BBC.
Perón encomendó “la conservación del cuerpo al prestigioso anatomista español Pedro Ara, quien comenzó su tarea apenas horas después de que falleciera la primera dama”, dijo el medio
Ver el video aquí:
Ara concluyó su tarea luego de un año de meticuloso trabajo de conservación del cuerpo, incluidos sus órganos internos. La idea era que el cuerpo fuera exhibido en un panteón faraónico que Perón soñó construirle, pero la obra no se terminaba y el cadáver embalsamado permanecía a cargo del médico en el edificio de la Confederación General del Trabajo (CGT).
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Un cadáver sin sepultura, el de Eva Perón
Antes de poder terminar el mausoleo para “Evita”, Perón es derrocado por un golpe militar. El depuesto mandatario huyó al exilio, pero el cuerpo de su fallecida esposa se quedó en la CGT, bajo el cuidado de Ara.
Los militares que tomaron el poder quisieron verificar que el cuerpo era en realidad de Eva Perón y para ello ordenaron a médicos especialistas a que lo estudiaran. Fue así como le extrajeron un pedazo de tejido de la oreja izquierda para el examen histológico (y) le cortaron un dedo para la huella digital.
“El presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu le encargó el operativo al teniente coronel Carlos Moori Köenig, jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE)”, quien estaba obsesionado con el cuerpo de la política. El militar le entregó el cuerpo a su segundo al mando, Eduardo Arandía.
Se supo que luego Moori Köenig metió el cadáver en un cuarto de su oficina en posición vertical. Luego el teniente coronel antiperonista Héctor Cabanillas propuso sacar el cuerpo del país.
Los restos de Eva lo sacaron de Argentina en 1957 en lo que se llamó la “Operación Evasión”. Lo que sigue no deja de ser espeluznante y asombroso: “El ataúd de Eva Perón fue trasladado en barco a Génova, haciéndolo pasar por el de una viuda italiana fallecida en Argentina llamada María Maggi de Magistris”.
Ahí estuvo hasta que Perón, exiliado en España, lo buscó, así que el cuerpo fue exhumado y llevado por carretera hasta Madrid.
Vueltas y vueltas
Por tratarse de un cuerpo embalsamado, el ex presidente abrió el féretro para verificar su estado y documentó mediante fotografías que tenía 35 lesiones diferentes.
Perón falleció y finalmente, en noviembre de 1974, el ataúd con los restos de Eva Perón terminó en una tumba del cementerio más caro y exclusivo de Buenos Aires, la Recoleta.