Decir los “buenos días”, abrir la puerta a alguien que va con las manos ocupadas, ayudar a una persona a quien se le han caído sus pertenencias son escenas que deberían ser parte del día a día en todas las sociedades.
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Sin embargo, la velocidad con la que andamos, ese ritmo acelerado que llevan las personas en las grandes ciudades, el uso permanente de aparatos tecnológicos que aíslan al individuo de su entorno ha causado que se olviden las normas básicas de cortesía que aprendimos en la infancia y que deberían seguir vigentes hoy más que nunca.
¿Cortesía extinta?
De acuerdo a una publicación de la Revista Reader’s Digest, “De Argentina a Finlandia y de Bangkok a Londres, la gente comenta, preocupada que la amabilidad es cosa del pasado: en las tiendas, dicen, los empleados siempre están de mal humor, y los jóvenes han perdido el respeto por sus mayores”.
“En su éxito internacional sobre los buenos modales, la autora Lynne Truss afirma que vivimos en una era de moral relajada y relativa, combinada con una agresiva insolencia social, en la que la cortesía más elemental se encuentra prácticamente extinta”.
¡A rescatar la amabilidad!
Este tema nos lleva de regreso a la familia y a la educación que ella proporciona a sus integrantes. Definitivamente sí es posible rescatar la amabilidad y los buenos modales siempre y cuando padres y maestros se unan para fomentar la educación.
¡Y cuidado! Eso no tiene nada que ver con la tecnología que caracteriza la época actual, es decir, podemos usar nuestro teléfono y aún así levantar la mirada para dar las “buenas tardes” u ofrecer una sonrisa al vendedor que nos atiende o al vecino que nos saluda.