Sandra Bullock no pudo ser madre biológica, pero ella no se frenó y decidió adoptar para cumplir su sueño de ser madre. Louis (12) y Laila Bullock (10) fueron los dos pequeños que se convirtieron en los hijos de la famosa y quienes le cambiaron la vida.
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En medio de sus fallidas relaciones amorosas y su complicada agenda de trabajo, sus hijos llegaron para llenarle la vida de alegría, paz y regalarle una verdadera familia.
“Espero que al contar mi historia las personas sepan que las oportunidades no se acaban como lo creí en algún momento. Hay cientos de niños listos para ser el tuyo. Eres padre en el minuto en que aceptas el amor de ese pequeño y es sorprendente cómo podríamos estarle robando la felicidad a alguien al decirles que hay una caja o un modelo del que no pueden salirse. ¡No hay cajas!”, dijo en 2010 a la presentadora Hoda Kotb.
La famosa anunció recientemente que se alejaría de las pantallas ya que padece bornout, conocido como el síndrome de desgaste profesional, aunque también manifestó que desea dedicarle más tiempo al cuidado de sus dos hijos.
Así de grande están Louis y Lail, los hijos de Sandra Bullock
El 2010 pasó a ser uno de los años más importantes y convulsivos para Bullock, pues no solo recibió el Oscar a Mejor actriz, sino que también enfrentó la separación de Jesse James, quien le fue infiel y le dio la bienvenida a su hogar a Louis después de un proceso de adopción que duró cinco años.
Louis es originario de Nueva Orleans y tras el dramático huracán Katrina, la famosa sintió que su hijo estaba ahí y fue entonces cuando procedió a iniciar el proceso de adopción, aunque tardó varios años finalmente recibió en su hogar al pequeño.
“Katrina sucedió en Nueva Orleans y algo me dijo: ‘Mi hijo está ahí’. Fue de lo más extraño”, contó.
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Ahora a sus 12 años se ha ido convirtiendo en todo un hombrecito con mucho estilo y se le ha visto disfrutar junto a su madre.
En 2015 llegó a su vida Laila, quien nació en Luisiana y ha aparecido en pantalla junto a su madre, presumiendo su divertido sentido del humor y su belleza.
Ese mismo verano conoció al fotógrafo, Bryan Randall, de quien se enamoró perdidamente y con quien disfruta la crianza de sus hijos.
“Para los niños, él es el número uno y yo soy el número dos y lo entiendo porque es más divertido que yo y siempre les da los mejores premios”, confesó.