Actualmente que la infidelidad ha vuelto a estar en boga por la separación de Shakira y Piqué, después que el deportista presuntamente la haya engañado con otra mujer, no deja de ser llamativo cómo la sociedad sigue insistiendo por señalar a la mujer.
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No importa si fue el hombre el que rompió el acuerdo de su relación, traicionó la confianza de su pareja y le mintió en reiteradas ocasiones, siempre son ellas las culpables por motivos varios.
“Seguro no lo complacía en la cama”, “Eso le pasa por no ‘atender’ a su hombre”, “Si los descuidan las ‘dejan’ por otras”, “Era una aburrida”, “Los hombres tienen necesidades”, “Ya no es igual de guapa y joven”, y más, son parte de las frases frecuentes que se suelen oír en estos casos.
Todo esto solo refleja el machismo imperante en el mundo, que constantemente está buscando señalar, minimizar, objetivar y revictimizar a las mujeres, quitándole todo grado de culpa o señalamiento a los hombres.
Las relaciones son de dos y en todo caso, la responsabilidad debe ser compartida para analizar dónde estaban los problemas en la pareja que depararon en una infidelidad.
Sin embargo, si él fue el que buscó tener una aventura, la mujer no debería ser criticada ni culpabilizada. Tampoco justificar o racionalizar al que ha faltado para evadir las consecuencias.
Esta clase de conductas siempre habla más del que hizo daño, que del que resultó herido, pues no importa qué tan perfecta seamos, la infidelidad está ligada a conflictos internos de la otra persona.
La infidelidad es una decisión personal y ya quien lo sufrió está lidiando con sus sentimientos, como para que la sociedad las juzgue adicionalmente.
Todo aquel que fue engañado empezará a cuestionarse “¿Qué hice mal?” “¿En qué fallé?” “¿No sirvo para amar, para mantener una relación?”, así que debemos dejar de presionar y ser más empáticos con los demás, ahorrándonos opiniones que nadie ha solicitado.