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Caballeros del Zodiaco: conoce al personaje peruano de Saint Seiya

El nombre de este personaje es Sipán del perro peruano.

En el anime Caballeros del Zodiaco,, también conocido como Saint Seiya oficialmente existen personajes provenientes de México, Chile, Argentina, entre otros países de habla hispana. Por lo que los fanáticos se preguntan ¿por qué no hay un caballero de Perú?

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Bueno, el Museo de Saint Seiya, para complacer a los fans que sueñan con tener un personaje peruano, se puso manos a la obra y ha creado a Sipán del perro peruano.

Esta figura creada exclusivamente para exhibición obedece a cumplir de algún modo ese pequeño sueño que tuvimos de niños, y además de fomentar la cultural peruana, ya que como sabemos el perro peruano fue declarado patrimonio de la nación peruana en el año 2001.

Los fans que participaron en este proyecto fueron: Jorge Vásquez (idea original), José Quezada (creador de la figura), Jesús Ramírez (diseñador de la versión animada) y Mikhail Villarreal (diseñador de la versión manga).

Cabe mencionar que la figura se exhibe en el Museo de Saint Seiya los fines de semana, la misma que no está a la venta.

Historia del Caballero de Bronce – Sipán del Perro Peruano

Sipán es uno de los 100 niños que fue enviado por la Fundación Graude alrededor del mundo con la finalidad de conseguir una armadura de bronce. Peruano de nacimiento, se emocionó bastante al darse cuenta que volvería a casa para entrenar y convertirse en un caballero.

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Amaru, su maestro, fue bastante estricto con él, aunque nunca dejó de ser una persona confiable que le enseñó a Sipán todo lo necesario sobre la vida misma. Sin embargo, días antes que Sipán parta rumbo a Japón su maestro Amaru fue atacado por una sombra en la noche cerca a la costa donde vivían, muriendo en el instante. Lo que retrasó su viaje con destino al Torneo Galáctico ya que no podía dejar impune la muerte de su maestro Amaru.

Ya con la armadura del Perro Peruano, y con la determinación de encontrar al asesino de su maestro, Sipán encontró en las cercanías de las construcciones de Huaca Rajada unos túneles secretos que llevaban a un templo subterráneo en donde unos hombres adoraban al dios Aiapaec, el cual era el dios máximo de los antiguos peruanos de la zona. Estos hombres que se hacían llamar los ukus eran portadores de unas armaduras de color grisáceo llamadas mochik, atacaron sin piedad a Sipán quien pudo derrotarlos, aunque con mucha dificultad, con su técnica Allqu Assault. Y a pesar de haber ganado dicha pelea Sipán supo que su historia con el dios Aiapaec no terminaba ahí.

Durante la pelea con los ukus, Sipán pudo liberar a un perro peruano que se encontraba en total abandono, el cual lo ayudó en la pelea a pesar de su estado casi al borde la muerte. Desde ese entonces Walter, nombre que figuraba en su collar, se volvió su fiel compañero.

Ya en Japón, Sipán se presentó en la mansión Kido con la esperanza de volver a ver a sus amigos de la infancia, aunque solo recibió una enorme reprimenda por parte del mayordomo Tatsumi por tanto retraso. Sin embargo, Saori Kido tuvo a bien explicarle todo lo sucedido, en cómo habían triunfado en la batalla de las 12 Casas, en el frío Asgard y regresado triunfantes del Templo Submarino de Poseidón, y que ella como la diosa Athena presentía un cosmos terrible en otra parte del mundo.

Saori le encargó volver a Perú y vigilar la zona en donde había encontrado el Templo del dios Aiapaec hasta nuevo aviso. Ella debía partir a Grecia y encargarse del Santuario ya que ese era su lugar como la diosa Athena. Sipán se despidió de Saori, aunque triste por no encontrarse con sus amigos que se encontraban dispersos por el mundo, y partió a Perú con la intención de cumplir con la misión encomendada por Athena.

Luego de unos días conocería a Aldebarán de Tauro quien en su camino rumbo al Santuario en Grecia recibió la orden de la propia Athena de perfeccionar el entrenamiento de Sipán. Una vez culminado el aprendizaje y derrotados algunos ukus, el santo dorado se despidió de Sipán ya que presentía que algo estaba por suceder en el Santuario en Grecia y debía proteger la Casa de Tauro.

El caballero peruano observó marcharse a lo lejos al gran toro dorado Aldebarán, aunque en su corazón algo le decía que no volvería a verlo.

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