Por: José Barreto
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Conversamos con una de las protagonistas de La Casa Rosada, película póstuma del cineasta ayacuchano Palito Ortega, quien falleció en febrero pasado. El filme se ve desde hoy en nuestra cartelera comercial.
¿Qué te produce estrenar en salas comerciales luego de un largo y exitoso camino por festivales?
Es un sueño cumplido. Es cerrar un ciclo, pero también abrir otro. Este es un trabajo de muchos años y yo he visto el sacrificio que hicieron Palito y Nelba Acuña, su esposa y productora, para poder estrenar La Casa Rosada en salas comerciales. Por cuestiones empresariales, por mucho tiempo, no se pudo. En este país, una película independiente tiene que luchar mucho para ser estrenada.
¿Qué significaba esta producción para Palito?
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La familia de Palito fue víctima de la violencia del terrorismo y del Estado. Incluso, algunos estuvieron en la misma Casa Rosada. A nivel testimonial, él se puso la camiseta para contar su historia y la de su pueblo de una manera real. Es por eso que todos los que estuvimos en la película no lo pensamos dos veces y aceptamos el proyecto. Era historia viva, tremenda, con un guion impecable que sirve para que el mundo conozca lo que ocurrió en nuestro país en aquella época.
Las nuevas generaciones parecen ir perdiendo la noción de lo que pasó…
Nosotros como ciudadanos tenemos el derecho de recibir, por parte del Estado, información adecuada de lo que realmente pasó. Eso se llama memoria, justicia y verdad. Aquí recién estamos comenzando a abrir algunas ventanas. Pareciera que esperamos a que la gente se muera para conocer sus historias de lucha por encontrar a sus desaparecidos.
Y el cine, sin duda, juega un papel crucial para el proceso de memoria en la gente…
Es un medio mágico que te permite viajar por el mundo. Es increíble cómo esta película genera curiosidad fuera. Muchos no saben de la época de terrorismo que sufrimos y vivimos aquí.
¿Qué te dice el hecho de que esta película haya sido tan premiada en el extranjero?
Tiene mucha honestidad. Fue hecha con corazón y realidad. Había momentos muy emotivos en la grabación porque prácticamente se recreó lo que se vivió en Ayacucho. Hubo muchas lágrimas porque Palito nos transportó a ese momento, hizo participar al pueblo mismo en el rodaje. Me genera mucho orgullo.
Como dijiste al inicio, las películas independientes sufren para llegar a salas, ¿qué hacer para cambiar esa realidad?
Generar más espacios de difusión. Hay muchas muy buenas películas locales que merecen tener más vida en salas.
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