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Luis Miguel: hasta ahora, un desfogue televisivo contra su padre

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La vida (personal) de Luis Miguel fue siempre un misterio. La endiosada figura de “El Sol de México” solo podía ser vista sobre el escenario. Fuera de él, se cocinaba el mito. Estrategia de márketing o no, el resultado fue un personaje cautivante, hipnótico. Cada concierto era una misa. Luis Miguel era una religión.

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Fue por eso que cuando se anunció una serie sobre su vida, el escepticismo se apoderó de propios y extraños, más aún al saber que contaba con la milimétrica supervisión del propio Luis Miguel.

Hoy se emite el segundo episodio de la serie original de Netflix y, al igual que el primero, la figura de su padre, Luisito Rey, toma el protagonismo.

Una vez más, cuesta creer que el propio Luis Miguel haya sido quien aprobara que se plasme a su padre prácticamente como un explotador infantil, que lo utilizó para ganar dinero y salir de las penurias económicas que sufría la familia.

Si bien existe el disclaimer de que la producción se basa en biografías y entrevistas de dominio público, y que “todo parecido con la realidad es pura coincidencia”, hay que recordar que la cuota de ficción fue aprobada por el divo.

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En este episodio, vemos cómo Luisito Rey es capaz de mentir y perjudicar la vida personal de su hijo, de entonces diecisiete años, para que haga lo que quiera, como ese famoso comercial de papas fritas de 1990.

También vemos el detrás de cámaras de cómo Luis Miguel consiguió su primera aparición televisiva, cuando solo tenía 11 años. En suma, estos dos episodios se han ocupado de presentarnos la figura de Luisito Rey como un maquiavélico mánager que ve a su hijo como la gallina de los huevos de oro.

Esto dista mucho de lo que Luis Miguel manifestaba en entrevistas, donde agradecía a su padre por haberle inculcado disciplina. Estos dos episodios parecen un desahogo, un caer en la cuenta de que tras la disciplina hubo sufrimiento y el sacrificio de su niñez.

La serie es cruda y reveladora. Tiene buenas actuaciones y la utilización de flashbacks es muy buena. Punto y aparte, su punto flaco sigue siendo el musical. Nadie se cree la fonomímica del pequeño Luis Miguel interpretando La Malagueña, ni la nula capacidad del actor que interpreta Luisito Rey para siquiera aprender la forma de dos acordes en guitarra, considerando que Rey era un virtuoso en ese instrumento. Son detalles mínimos que resultan trascendentales si se quiere llevar al espectador al terreno donde se confunde la ficción y la realidad.

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