Diana de Gales, la trágica princesa que cambió la monarquía

La serie The Crown, de Netflix, inspirada en la vida de la reina Isabel II (interpretada por Claire Foy), ha hecho que muchos jóvenes se acerquen a esta veterana figura de la monarquía británica de una manera benevolente. Hace 20 años, la situación era muy diferente.

La reina Isabel era uno de los miembros más cuestionados de la familia real, por haberse demorado en prestar homenaje público a uno de los símbolos más queridos del pueblo británico: Diana de Gales, recién fallecida en un accidente de tránsito en París.

Conocida también como ‘la princesa del pueblo’, Diana pasó de ser la esposa engañada, a ser la musa del famoso fotógrafo peruano de moda, Mario Testino, y uno de los íconos de la ‘Cool Britania’ de los 90.

Diana, además, le daba una imagen más genuina y cercana a una institución arcaica como la monarquía. No era estirada y distante, como la reina, y más bien poseía un aire de cercanía, afecto y normalidad.

Una de las herramientas favoritas de Diana para mostrar su personalidad fueron sus atuendos. El primero fue el memorable vestido de novia que llevó en su boda con el Príncipe Carlos, uno de los más copiados de la década del 80.

O el inolvidable vestido de noche que usó para bailar con el actor John Travolta durante su visita a la Casa Blanca en 1985, y que fue muy criticado por su marido. Causó tanto impacto que fue subastado tres veces, la última por 362 mil dólares.

De esta manera, Diana demostró que era una mujer que iba en contra de los convencionalismos.

Las nuevas princesas

Todas ellas le deben mucho a Diana. Gracias a ella, visibilizar su estilo ya va de la mano con sus labores diarias como aristócratas. Gracias también a Diana, la vida personal de esta nueva generación de nobles acapara más titulares de la prensa rosa con una mirada menos crítica.

Diana usó a los medios a su favor para promover sus causas sociales; pero, ciertamente, a cambio debió vivir bajo el escrutinio constante de los ‘paparazzi’.