ZOË MASSEY
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Ayer martes no salió el sol y por ratos el viento engañaba y hasta refrescaba, así que aproveché para ir a caminar por Miraflores. Pasé por la Galería Miró Quesada , donde la semana pasada se inauguró un proyectazo -Hawapi 2015, Huepetuhe- del que les voy a contar más la próxima semana. Tengo el libro que se presenta hoy miércoles en la mano y quiero leerlo completo antes de dejarme llevar solo por lo que vi y sentí. Pero desde ya te la recomiendo. Aquí hay talento
Seguí el camino con dos artistas que han venido a pasar unos meses al Perú, conversando sobre murales, arte urbano, contaminación, hasta de transgénicos. Tanta locura preelectoral creo que ya estaba empezando a anularme las ganas de hablar con otros… Caminando y conversando llegué a la Sala 770 del Centro Cultural Ricardo Palma en la avenida Larco 770. Y allí, un poco sin querer queriendo, vi un par de cosas interesantes.
Empiezo por el sótano, con una muestra de origami divertida, en especial para mí (no sé más que hacer barquitos, que al mejor estilo del Manolito de Mafalda intento hacer volar como aviones). Ana Sofía Casaverde es diseñadora de interiores y se lanzó a un reto mundial lanzado en el 2014: hacer una pieza de origami al día por un año. El resultado tiene un poco de todo: flores, corazones, animales, Yoda y la colección de ropa de Sailor Moon. Todo chiquito, todo de colores, todo hecho a mano y todo, por supuesto, de papel.
Si bien es un trabajo delicado y de mucha dedicación, me deja una sensación mezclada de gusto por lo bonito del trabajo, pero lo descuidado del montaje. Los nombres de las piezas compiten con las mismas, entre otros detalles que rompen un poco la magia. ‘En el antiguo Japón, se creía que el esfuerzo y el espíritu de una persona se transmitía a través de los objetos que creaba’, dice la nota de prensa. Vale verla, hay también talleres dictados por la propia Ana Sofía. En el primer piso hay una pequeña e interesante exposición: Tregua de Vidrio, que me agarró de sorpresa. Foto en blanco y negro, imágenes de plantas reflejadas que crean una composición que recuerda a los tests de Rorschach. Aissa Chrem trabajó bajo la curaduría de Rodrigo Quijano una selección chica pero completa. Imposible no verla. Me gustó mucho, así que llegue a casa con pilas para ponerme a chambear en foto (tanto que me olvidé de escribir esta columna y ahora ando corriendo). Ambas exposiciones van hasta el 31 de enero y la entrada es libre.
Otra cosa que recomiendo aprovechar es que varios municipios y espacios culturales se han sumado al cine al aire libre. Las municipalidades de Miraflores, Barranco, San Isidro, el MAC, la Alianza Francesa en sus diferentes sedes… Hay que buscar un poquito online, pero la cartelera es buena y variada. Qué mejor que disfrutar una noche viendo cine con brisa fresca de compañía. Lleva manta para echarte o sentarte, si quieres algo para picar, pero por favor, recuerda que los parques, como la calle y las playas, no son tu basurero ni tu cenicero.
Y si vas a ir al cine en alguna sala comercial, te recomiendo la película de Snoopy. Es cine puro, bueno, dulce, inocente, de ese que cada vez se ve menos y hace más falta. Anda con chicos y grandes, confía, te va a gustar.