Por Fabian W. Waintal
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La exitosa sétima entrega de la saga Rápidos y furiosos ha significado un giro en todo sentido. Parte de ese cambio lo podemos ver en el fuerte protagonismo que han adquirido los roles femeninos: mujeres bellas, fuertes, inteligentes, independientes y amantes de los autos veloces. Una de esas damiselas guerreras es Michelle Rodriguez, quien interpreta a Letty, la novia y compañera de Dom Toretto (Vin Diesel) en la famosa franquicia.
¿Cómo te preparaste para la escena en la que peleas con la luchadora Ronda Rousey? Recuerdo que originalmente querían que use un top y unos jeans bien apretados para esa escena. Tuve una conversación muy seria con los guionistas y les recordé que en toda mi carrera, dentro y fuera de esta franquicia, nunca me había vestido tan provocativamente, entonces replantearon todo y fue donde apareció Ronda. Ahí pensé: ‘en qué me metí ahora’. Pero me encanta cuando gente del mundo de las luchas, como esa guerrera, se quiere meter a la actuación, porque pienso que Hollywood necesita de esa credibilidad para vender a las mujeres en las películas de acción. Ronda es fenomenal, ¡ella me puede matar con un dedo! Trajo muchos movimientos de la UFC y los incluimos en la pelea. Yo terminé esa escena al final con dos chichones.
¿Qué fue lo más difícil de fi lmar en esta película? La muerte de mi amigo Paul Walker, eso fue lo más difícil, lo más duro.
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Hubo toda una controversia por lo que dijiste de las minorías, aquello de que no debían robarle los papeles a los blancos. ¿Qué deben hacer los latinos para estar en esta industria? Dejar de pensar en latino. El error de cualquier cultura es hablar simplemente de ella como si estuviera separada del mundo. Cada cultura es como una célula en el cuerpo humano, una conciencia colectiva. Todo es global, y por eso las películas deben tener un lenguaje mundial. Ese lenguaje es el de Hollywood, que hace películas combinando muchas culturas. Si la voz latina quiere ser escuchada, debe hacer lo mismo. No hay otro sitio en el mundo que haga cintas donde se vean tantas culturas. Por eso las películas de Hollywood se ven en India, en Inglaterra, en donde sea. No puedes decir lo mismo de cintas de Rusia, de Italia u otros países. Es más difícil para esas culturas trasladar sus historias a una plataforma universal. Como individuo deben pensar globalmente, parar de pensar en su cultura y de llevar su bandera. Dejen eso para el fútbol. Cuando llega el tiempo de hacer filmes, hay que decir historias que peguen al corazón, que trasciendan culturas.
Tienes raíces puertorriqueñas, ¿qué te gusta de la Isla? No voy a Puerto Rico desde que grabamos allá Rápidos y furiosos 5. Me recuerda mucho a mi papá, quien falleció cuando yo tenía como 20 años. No sé… me da nostalgia cuando voy para allá, una mezcla de nostalgia y tristeza. Quisiera que los puertorriqueños se unieran, que pudieran dejar de mentirse unos a otros y se agarraran las manos. Pero no es así. Cuando pienso en Puerto Rico me pongo triste.
¿A qué te refi eres cuando hablas de mentirse? Cuando voy siento la energía, la pasión y la belleza del país, algo que me trae mucho orgullo. Pero al mismo tiempo hay un montón de vagos y de mentirosos y de personas que no protegen el medio ambiente. Puerto Rico es un paraíso. Cuando veo a alguien hablando tonterías del ghetto, con sus pantalones abajo y tirando basura en la playa, me muero por dentro.
En contraste con esa tristeza y nostalgia, ¿cómo te sientes respecto a la República Dominicana? Lo mismo. Cuando fui a grabar la película Trópico de sangre (2010) encontré ese orgullo, esa belleza, ese merengue. Pero a la vez son racistas, un negro odia al que es más negro que él. ¡Y yo que soy las dos cosas! Recuerdo que mi abuela paterna odiaba a mi mamá (quien es dominicana) y yo me acuerdo mucho de ese odio, a pesar de que era bastante niña.
¿Qué otros países de Latinoamérica has visitado? Fui a Perú el 2011 e hice un viaje a Machu Picchu en el Cusco, guiada por chamanes. ¡Qué cosa más espiritual, más bella, Dios mío! Me encanta el Perú…