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(Crítica) La Entidad: El Terror Peruano Avanza

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Ernesto Zelaya MiñanoPeriodista, escritor y cinéfilo

Esta semana llega a las salas La Entidad, la más reciente entrega en el creciente género del terror hecho en Perú. No es secreto que al público local le encanta asustarse; pareciera que hay una película de terror en cines cada semana y uno siempre se pregunta de dónde salen tantas. A pesar de su popularidad, el género ha sido largamente ignorado por nuestros cineastas, salvo los directores regionales; sin embargo, su presencia en la capital es tan nula más allá de los ciclos especializados, que se les considera erróneamente como una industria aparte.

Esta situación ha cambiado desde el 2013, cuando el éxito comercial de Cementerio General demostró que el terror es un género muy rentable. De ahí que todos quieran probar suerte en hacer que la gente salte en el asiento. Así como Frank Pérez-Garland cambió los ligeros dramas románticos estilo Un Día Sin Sexo para hacer La Cara del Diablo, ahora Eduardo Schuldt, mayormente conocido por películas animadas, hace lo propio con La Entidad.

Si bien su especialidad hasta ahora he sido el cine para niños – ahí están Piratas en el Callao o El Delfín: Historia de un Soñador como prueba – Schuldt muestra aptitudes para este género mucho más oscuro y adulto. En esta historia, un grupo de estudiantes investiga unos ‘videos de reacción’ que provienen de la Deep Web, el rincón más oscuro y desconocido del ciberespacio, topándose con una maldición que data de la época colonial.

Para cualquier perito en el terror, la trama no es nada nuevo, nada que merezca taparse los ojos. Pero Schuldt dirige con la seguridad de alguien que conoce el género al derecho y al revés. Basta con ver las secuencias extendidas en un cementerio – que dicho sea de paso, no tenían que ser en un cementerio, pero resulta un lugar muy natural para generar sustos – donde la cámara le saca toda la atmósfera posible a un sitio macabro, de esos que uno nunca quisiera pisar ni de día, ni siquiera los finados.

La mayoría de películas de terror suelen contar con actores desconocidos; así resulta más fácil creer lo que proponen, porque el ver, por ejemplo, a un Carlos Alcántara devorado por un zombie puede desconectar a uno de la experiencia. En este sentido, el joven y mayormente anónimo reparto de La Entidad es un acierto. Son convincentes no sólo en su camaradería entre sí, sino en sus reacciones aterrorizadas y gritos de pavor, que muchos llamarán excesivos, pero si te persiguiese un demonio esquelético para romperte el cuello, de seguro tu reacción sería la misma.

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Tal vez lo que más sorprenda del filme es su uso del 3D. Una tecnología manoseada, mal utilizada salvos contadas excepciones, que casi siempre sólo logra oscurecer más la película y darle al público unos dolores oculares de campeonato, pero que en este caso no resulta una distracción. Casi sin querer, sumerge a uno mucho más en una historia de terror que a veces es llevada a la exageración; hasta una biblioteca universitaria es un lugar oscuro y abandonado donde uno no quiere entrar.

La Entidad no reinventa su género y cualquiera que ha visto demasiadas historias de fantasmas y monstruos podrá adivinar todo lo que pasa; pero hay que recordar que directores como Schuldt recién están empezando a moverse dentro de un género que otras industrias de cine ya adoptaron hace muchos años. Lo ideal es que, si se siguen haciendo películas así, cada una mejore un poco con respecto a la anterior. Con una confiada dirección, atmósfera macabra y el buen uso de una tecnología poco vista en nuestra naciente industria, La Entidad es un paso en la dirección correcta.

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