Por Zoë Massey
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La semana pasada avancé 1.937 kilómetros por carretera. Recogí imágenes, una buena historia y sobre todo tuve tiempo de mirar por la ventana y darle vueltas a muchas ideas. Viajando, conversando con gente de cada zona que conoces, involucrándote, sabiendo escuchar y respetar, tu propia historia se va enriqueciendo en la ruta.
En este viaje descubrí que estamos mal mirando solo nuestro ombligo limeño. Que hay mucho sucediendo fuera que no necesariamente es puro desarrollo. En el punto más lejano de mi viaje encontré gente muy amable, que te sonríe y conversa con educación y ganas de ayudar. Descubrí que no es ‘normal’ ver basura en todos lados, que los campos pueden estar libres de plásticos al igual que los mares libres de bolsas. Descubrí también que el respeto guarda respeto y que cuando la policía te para en la calle no deberías tener tensiones si no estás haciendo nada malo. En ese caso te dejarán ir con tranquilidad y un ‘buenos días’ para el camino. Con tristeza debo decir que descubrí en los puntos más cercanos que la gente se voltea cuando le pides direcciones o te responden de pésima gana. Que el que te pare un policía… ya ni les cuento, porque todos sabemos cómo es y no me toca aquí entrar en ese espinoso tema. Y, finalmente, con mucho dolor descubrí que los desiertos son kilómetros de basurales, que los árboles en la carretera no dan flores, flamean bolsas y que nadie hace nada al respecto. Entonces, ¿qué es lo que estamos avanzando? ¿Qué es lo que hemos aprendido en nuestro camino? Tengo material en imágenes para mostrarles de qué hablo, pero como decía una voz en off hace años: también viene.
Viajando Rudolph Castro (www.rudolphcastro.com) descubrió la historia de otros en primera persona, recorriendo tres países sudamericanos -Argentina, Chile y Paraguay-, en búsqueda de las historias de los protagonistas, familiares y aledaños, aquellas personas que vivieron en carne propia la violencia de parte de los regímenes militares entre los años setenta y ochenta. En esta, su sexta muestra individual, Sesenta y dos horas de viaje, cincuenta y nueve años en el sur, él nos resume dos años viajando y recolectando historias, objetos y recuerdos cedidos por sus personajes principales.
Rudolph, artista plástico de bellas artes que siempre huele a café recién tostado, nos trae dibujos, serigrafías e instalación en una exposición que debes ir a ver a la sala Miró Quesada Garland (Av. Larco con Diez Canseco, Miraflores). Es importante que aprendamos tanto de las historias ajenas como de las propias. Que no repitamos errores y que los que estamos viviendo los frenemos y corrijamos mientras estamos aún a tiempo.
Viajando aprendí que aún solo cruzando la frontera más cercana hay un mundo distinto, que hay historias que hemos compartido, que nos falta mucho por hacer aún pero que debemos, como siempre digo, hacerlo todos. Una de las cosas ricas de viajar también es volver a casa. En este caso, para mí, ‘casa’ eran dos puntos de viaje: el de salida y uno en el que viví dos muy buenos años de mi vida, donde cada vez que voy me hacen sentir como en el hogar de nuevo. Hoy te recomiendo la expo de Don Rudolph y también viajar. Y si cuando viajas es kilómetros al norte, anda a Vichayito y quédate en El Mirador (www.elmiradordevichayito.com), donde te vas a desconectar de todo y te van a tratar como en casa. O mejor.
Ah sí, ese país con tanta diferencia al que fui es Ecuador y te lo archirrecomiendo también.