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(Opinión) Vida de Hospital

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Por Zoë Massey

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Nací con una displasia de cadera. A muy temprana edad, cuando aún no entendía de nada, me internaron en San Juan de Dios y después de una operación estuve un año entero con yeso, con terapias, con agua caliente, con electricidad, con ejercicios y cual Forrest Gump me acuerdo cuando fuimos a recoger mis zapatos ortopédicos a la clínica.

También recuerdo cómo quería ya estar mejor para poder usar las bicis que había en rehabilitación y subir y bajar las rampas, escalones y barandas que había a un lado. Para ese entonces no tenía más de 3 años. También recuerdo el alivio y la felicidad de mi mamá cuando lanzó mi yeso al camión de basura que pasaba por la puerta de la casa. Ahí las dos paradas, en la vereda, agarradas de la mano.

Yo de pie, ella siempre en pie. Si alguna vez tuviste que dejar a tu hijo, sobrino, hermano en una clínica, sabes el hueco enorme que eso deja, el miedo a que las cosas no salgan bien, a la separación y la angustia constante. Los fotógrafos Leslie Searles, Bruno Sánchez, Sebastián Enríquez, María Alejandra Huicho y Adrián Portugal, reunidos gracias a la iniciativa del proyecto Cámaras Lúcidas, trabajó durante el 2013 en el Hospital del Niño en Breña.

Allí vieron la realidad de un hospital que alberga a pacientes de todo el país, con un enfoque caracterizado por brindar servicios a un sector social y económicamente vulnerable. El resultado es hoy un libro de excelente calidad impresa, de contenido que te deja un hueco en la panza, de colores e historias que no son tan ajenas a todos, editado por Jorge Villacorta y Cámaras Lúcidas.

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Fui a ver la muestra Fotógrafos Residentes, Instituto Nacional de Salud del Niño, diseñada por el también fotógrafo Hugo Vásquez, y siento que humaniza las condiciones que muchos juzgan en los hospitales del Estado, el trabajo de los médicos, técnicos y enfermeros.

Creo que si no estás ahí, de mucho de lo que se lucha en la realidad no te enteras. Dentro de estos trabajos, mi favorito es el de Bruno Sánchez por su limpieza, juegos de luz y color. Conversando con Bruno recordé que mientras él hacía este trabajo, su mujer esperaba a su primera hija. Ese hueco que menciono antes debe ser, imagino yo, más fuerte viendo casos cara a cara.

Quiero, como nunca, dedicarle esta nota a Valentino, Daniela y Cristóbal. Los que nos enseñaron de batallas cortas y de fuerzas infinitas.

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