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La muerte de Bacall el martes en su casa en Nueva York como consecuencia de una accidente cardiovascular se produjo horas después del suicidio el lunes de Robin Williams, de 63 años, que provocó una avalancha de reacciones.
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“Y ahora perdimos a la gran Lauren Bacall. RIP querida Betty”, escribió la actriz Mia Farrow en su cuenta Twitter utilizando el verdadero nombre de la leyenda, nacida Betty Joan Persket, hija única de inmigrantes judíos rumano-polacos.
“Qué pérdida terrible para todos nosotros. Primero Robin que era un genio y ahora Lauren”, comentó de su lado Barbra Streisand, mientras el crítico de cine estadounidense Leonard Maltin rendía homenaje a quien era “uno de los últimos vínculos con la época de oro de Hollywood.”
Belleza rubia de ojos verdes y mirada desafiante y sensual que cautivó a varias generaciones, Bacall protagonizó películas como “The Big Sleep” y estuvo casada entre 1945 hasta 1957 con Humphrey Bogart, otra leyenda del cine, con quien tuvo dos hijos.
En 2010 recibió un Óscar honorífico de la Academia del Cine estadounidense por su trayectoria de 70 años.
La artista también triunfó en el teatro, obteniendo dos Premios Tony a Mejor Actriz en un musical, y escribió dos autobiografías, “By Myself” (1978), con la que ganó el National Book Award en 1980, y “Now” (1994).
El miércoles por la mañana, algunos curiosos desafiaban la lluvia delante de las Dakota Towers, el famoso edificio del elegante Upper West Side de Manhattan, hogar de artistas y estrellas y en el que vivía Bacall.
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Pero nadie podía dejar flores, ya que los tres porteros del lugar vigilaban con celo la puerta del edificio junto al Central Park donde fue asesinado en 1980 el músico John Lennon.
Alguien logró sin embargo depositar una rosas en la parte trasera de las torres, en la verja de hierro.
Recuerdos de vecinos y admiadores
Claire Hogenauer, una abogada que vive cerca de las Dakota, debe regresar a casa con su pequeño ramo. “Tenía la risa más hermosa que escuché en mi vida”, afirma este mujer que solía ver a Bacall por el barrio y había ido a aplaudirla a Broadway.
Patti van Dyke, otra vecina que pasea su perro, recuerda a una mujer “muy gentil” y “adorable”. “Se acordaba siempre de mi nombre y me preguntaba por su carrera”.
Pero muchos turistas ni sabían de la muerte de la actriz y si fotografiaban las Dakota era por John Lennon, cuya pareja Yoko Ono aún vive en el edificio.
“Yoko Ono todavía habita en el cuarto piso”, explica José Antonio Nieto, un español venido de Cadiz (sur de España) con su familia. De Lauren Bacall, no conoce ni el nombre. “¿Lauren qué?”, pregunta.
Un autobús con turistas italianos estaciona frente al edifico. El guía menciona las celebridades que han vivido o viene aún allí: John Lennon, Leonard Bernstein, Judy Garland, Rudolf Noureev… Ni una palabra sobre Bacall.
Nacida en Bronx (norte de Nueva York), Bacall intentó estudiar arte dramático en su adolescencia pero debió abandonar las clases por falta de recursos y se convirtió en modelo, llamando un día la atención de la esposa del cineasta Howard Hawks, a la postre su mentor.
Fue Hawks quien la hizo adoptar una voz grave para “To Have and Have Not” (1944), donde con apenas 19 años irrumpió de manera triunfal en el cine y conoció a Bogart, por entonces de 44 años y con quien muy pronto se casaría conformando una de las parejas míticas de Hollywood.
Tras la muerte de Bogart contrajo matrimonio con el también actor Jason Robards, con quien tuvo otro hijo.
A la actriz no le gustaba ser considerada una leyenda. “Es un título y una categoría que no aprecio mucho. ¿No están muertas las leyendas?”, escribió en su autobiografía “Now” (1994).