Por: Verónica Klingenberger
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Las ideas han sido reemplazadas por las emociones. O sometidas. Al menos en el cerebro dorado de Gisela Valcárcel diciéndole en una entrevista a Milagros Leiva que en unas próximas elecciones votaría por Keiko Fujimori. ¿La razón? Keiko le parece tierna. Luego de la carcajada inmediata, me aplasta la preocupación. Finalmente, la Gise representa a muchos que deben pensar lo mismo sobre quien se está montando la mejor campaña electoral hacia el sillón presidencial. Qué Nadine ni que ocho cuartos. Excepto por Natalia Málaga, en este país las mujeres sonrientes y calladitas tienen mejor pegada. Keiko. Fiel a su papi. Asegurándose siempre la foto con mami. El osito fujimorista al que muchos imaginarán mordisqueando un bambú y dándose volantines en el jardín junto a su descendencia.
Atemos cabos mientras nos rascamos la barbilla. Keiko Fujimori es la representante de la derecha más bruta de todas, y de la más autoritaria también. ¿Sabes quién es el número uno de su lista en el actual Congreso? ¡Ajá! El nefasto pastor Julio Rosas, evangelista fanático que esta semana presentó un millón de firmas en contra del proyecto por la unión civil. Y la Gise, evangélica también, así se quiera vender como el hada madrina de nuestra televisión, como la señito que convierte los sueños de los más necesitados en realidad, es otra representante del ala más conservadora de nuestra sociedad. Fernando Vivas contaba en su columna del lunes en el diario El Comercio cómo la Valcárcel se ha negado, temporada tras temporada, a que una pareja gay participe en su reality, algo que podría sonar contradictorio, ya que muchos miembros de su jurado han sido personas abiertamente gays.
Pero es cuando Milagros Leiva da paso a la pregunta del congresista Carlos Bruce, sobre la posición de Gisela frente al proyecto de la unión civil, que todo se torna más pastrulo que el último capítulo de Mad Men. Que alguien interprete lo que quiso decir, por favor, mientras los demás seguimos sospechando que lo que hizo (y luego se arrepintió de hacer) fue un llamado a Bruce a salir del clóset públicamente. Gisela se ha convertido en la típica limeña hipócrita y santurrona que habla con ese tonito mojigato y condescendiente: yo te entiendo, yo soy puro amor, yo estoy dispuesta a conversar contigo cuando quieras. Ya sabemos que nada de eso va a pasar, claro. Todo es parte del mismo show, un pobre espectáculo al que ya se le empiezan a notar las costuras, gobernado por una reina a la que sospecho le ha hecho mucho daño cargar tanto tiempo con la misma corona.