Por: Zöe Massey
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Una vez más enmuletada. Una vez más con movimientos limitados, con muchas horas horizontales y con libros de reclamación con mi firma por esos locales que no tienen las rampas para discapacitados despejadas, sino que las usan hasta como depósito (no pondré el nombre de la tienda de útiles escolares porque no pretendo servirles de publicidad). En fin, una vez más no he podido ir a ver mucho en estos días, pero en esas pocas salidas y conversas largas me di con un par de personas que me han enseñado cosas positivas de la sociedad alterada en la que vivimos. Y cuán importantes pueden ser esas cosas si queremos que nuestro país crezca, que esto es parte de nuestra cultura y que no está solo en museos y galerías.
Me voy a tomar un café con uno que no es biólogo, pero cuya vida gira ahora en torno a los delfines y lobos marinos, a la conservación y preservación de ellos y sus espacios. Él me deja claro que a pesar de sentir que se rema contra la corriente, hay mucha más gente de la imaginada en este país consciente y dispuesta a ayudar. Que no deje de ser soñadora, me dice. Me hace sonreír.
Mientras sonrío -rico café calientito en mano- pienso en Vanessa, quien hace no mucho tiempo estuvo muy enferma en un país muy lejano, donde gente totalmente desconocida la ayudó a sanarse y volver a casa. Esto le cambió la vida y piensa desde entonces mucho más en los otros. ¿Por qué relaciono el café con ella y su historia? Porque gracias a ella, hoy en algunos café/ restaurantes si quiero puedo dejar pagado un café y algo de comer para quien yo quiera. Y no, no es un vale para tu BFF de la chamba, ni para tu mami por su día, es para ese señor que limpia el carro en la calle, para esa señora que anda pelada del frío en invierno y a la que sabes que le caería de maravilla tomarse algo caliente.
¿Alguna vez valoraste la suerte que tienes de poder llevarte algo caliente al estómago? Es enorme. Una cosa tan simple como regalarle un vale de consumo a un extraño, un mendigo, una persona sin hogar, le puede cambiar el día, la semana o el mes completo. ¿Por qué tanto? Porque solo saber que importas te da más energías que las de ese café que invitas.
Entonces, identifica el logo de Café Pendiente y cámbiale el día a alguien (algunas cafeterías donde está son La Matilda, Arlotia, Las Vecinas, Nathano’s Café y Miscelánea). Y si eres de los que tienen un local y ante esta propuesta has dicho que no, gracias, que el mendigo te puede robar o el clásico no nos llames, nosotros te llamaremos… hazte ver. Que tener en mente a los otros puede a ti cambiarte esa actitud y el día también.