Por: Zoë Massey
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Muchas veces me he quejado de que para los artistas peruanos usualmente nuestro feedback somos nosotros mismos, los demás artistas locales, nuestra propia realidad… al menos hasta el día en el que tienes la oportunidad y suerte de viajar fuera del país, de encontrarte con arte de dimensiones que no conocías más que en Internet y de acercarte a cuadros que solo viste en libros. Pero hoy he salido muy satisfecha del famoso -y aún polémico para algunos cuantos- MAC de Barranco, después de ver la excelente muestra de Vik Muniz.
Brasileño de nacimiento, residente en Nueva York y creativo nato. Su trabajo va mutando en materiales, formatos, presentaciones. Todas a mi gusto impecables (aunque tú, que me dijiste que no te gustaba nada su trabajo y me hiciste titubear sobre si ir a verla… bueno, para todos hay ¿no?). Piezas trabajadas con hilos de metal, fotografías de land art de medidas enormes, juego con lo que percibe el espectador al presentar finalmente todo en fotografías de medidas variables del original. Es un placer ver esta muestra.
Muniz trabaja con comida, collages de revistas, papeles cortados, juguetes, diamantes y basura. Cosa a la que hay que estar atentos, ya que pronto también se presentará su documental Wasteland, pero de eso les contaré más adelante. Un artista completo que al parecer no tiene límites.
Antes de ir al museo pasé por el cine a ver Operación Monumento, en la que se narra cómo a finales de la Segunda Guerra Mundial un comando del ejército de Estados Unidos viaja a Europa a buscar y recuperar las piezas de arte robadas por los nazis de museos, colecciones privadas (muchas judías, por supuesto), catedrales, etc. Es una historia real y emocionante, una aventura que conmueve. Abren con una frase que no recuerdo exactamente, pero que dice algo así como ‘si se destruye una generación entera de la cultura de una sociedad es como si esta nunca hubiera existido’. Y es cierto, el arte no solo es ‘decoración’ o es ‘bonito’, es un medio de expresión y narración de historia que debe tener espacio en nuestras vidas. Cierra con una frase más conmovedora, pero no te voy a malograr la película.