“French Women Don’t Get Facelifts” (Las mujeres francesas no se hacen liftings, levantamientos de cara) es la última incorporación a una lista cada vez mayor de libros de autoayuda que revelan los secretos de la sofisticada mademoiselle francesa a su torpe hermana norteamericana.
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Para las mujeres estadounidenses, “Francia siempre ha sido un país de elegancia, moda, seducción, ‘savoir-faire’ y encanto”, dijo la autora, Mireille Guiliano, cuyo libro “French Women Don’t Get Fat” (Las mujeres francesas no engordan) fue un best-seller en 2004.
“No quiero dar la impresión de decir que somos mejores o superiores”, agregó Guiliano, de 67 años, otrora presidente ejecutiva de la productora de champagne Veuve Clicquot, que está casada con un estadounidense y vive entre Nueva York, París y el sur de Francia.
“No es una cuestión de saber quién está equivocada o quién tiene razón”, dijo a la AFP. “Sólo trato de decir que hay otras opciones. Hago sugerencias. La mujer estadounidense tiene la curiosidad de saber cómo hacer algo mejor o diferente”.
Guiliano es una pionera en el género de los libros de autoayuda con acento francés. Tras el éxito de “French Women Don’t Get Fat”, presentó libros de cocina y guías de estilo de vida para estadounidenses siempre ávidas de encontrar un equilibrio entre trabajo y vida personal.
No es la única. En el último año han salido títulos como “French Twist Cupcakes: 32 Recipes for that Ooh La La Experience”, un libro para preparar magdalenas escrito por la cocinera de Lyon Lucinda Segneri, y otros dos con consejos de moda y estilo: “How to be Chic and Elegant: Tips from a French Woman” (Cómo ser chic y elegante: consejos de una mujer francesa), de Marie-Anne Lecoeur, y “Forever Chic: Frenchwomen’s Secrets for Timeless Beauty, Style and Substance” (Chic para siempre: los secretos de las francesas para la belleza, el estilo y la esencia atemporal), de Tish Jett.
El año pasado, la escritora estadounidense Pamela Druckerman desató una especie de debate nacional al publicar “Bringing Up Bébé”, que celebra la crianza de los niños franceses que, según dice, aprenden a saludar y a comer verduras.
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“Buscar la simplicidad”
“No somos envidiosos sino curiosos”, dijo Jennifer Scott, autora de un libro de 2012 con secretos de moda y estilo “Lessons from Madame Chic: 20 Stylish Secrets I Learned While Living in Paris” (Lecciones de Madame Chic: 20 secretos de estilo que aprendí viviendo en París), para el cual se inspiró en su temporada como estudiante de intercambio en la capital francesa.
Las francesas, dijo Scott, “no parecen estar preocupadas por las tendencias o lo que otras personas piensan de ellas. De hecho, no parece preocuparles para nada el estilo, la vida y el envejecimiento. Creo que eso es algo que todos podemos admirar”.
Jean Beaman, sociólogo de la Universidad Duke, dijo que es cierto que muchas mujeres estadounidenses perciben a las francesas como “a la moda y con estilo (y) hermosas sin esfuerzo”.
Como ejemplo, mencionó a la ex primera dama francesa Carla Bruni-Sarkozy, que nació en Italia pero se crió en Francia desde los siete años.
Pero Beaman, que estudia a los inmigrantes que se radican en Francia, añadió: “Como estadounidense, a veces es un poco frustrante que estos libros pinten una versión muy idealizada de Francia a los estadounidenses, y no necesariamente reflejen la diversidad multiétnica que existe en Francia”.
De hecho, el tipo de mujer francesa que aparece en esos libros de autoayuda es típicamente parisina y vive en los mejores barrios de la capital.
“Por supuesto que hay mujeres francesas que son gordas y se hacen una cirugía estética”, dijo Giuliano, “pero no a la escala que se observa entre las mujeres estadounidenses, ni mucho menos”.
Guiliano es conocida como “la suma sacerdotisa de la sabiduría” de las francesas y su último libro, publicado cuando los ‘baby boomers’ estadounidenses se asientan en la mediana edad, lleva como subtítulo “The secret of aging with style and attitude” (El secreto del envejecimiento con estilo y actitud).
A la popular autora le horroriza la idea del Botox (“Le digo ‘No’ a la aguja”, afirma) y propone en vez de eso una profunda hidratación de la piel, ejercicio diario y la “prescripción” de comidas anti-envejecimiento, como la milhojas de remolacha, el tartar de pepino y tomates y el soufflé de chocolate con guindilla de Esplette.
Pero por encima de todo, Guiliano le dice a las mujeres estadounidenses que simplemente cambien de actitud, dejen de vivir en los extremos, y empiecen a aceptarse a sí mismas como son.
“Mi consejo es, ante todo, buscar la simplicidad”, dijo. “Cuanto más pasan los años, más se aprecia que menos es más”.
Su último libro con consejos para envejecer con estilo fue bastante bien recibido, aunque el blog Allure Beauty Expert señaló que “la investigación histórica” que sustenta la técnicas actuales de ‘lifting’ de rostro se desarrolló en la década de 1970, en Francia.