Por: Ned Ehrbar
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Aaron Eckhart (45) se puso solo contra las cuerdas, tanto mental como físicamente, para asumir el reto de interpretar a un legendario cuasi monstruo en Yo, Frankenstein, una reinvención de la clásica novela de 1818 de la británica Mary Shelley.
La película, dirigida por Stuart Beattie, muestra a Adam Frankenstein como un vagabundo solitario en un presente bastante confuso en el que, por vez primera, es el héroe que lucha contra todo tipo de criaturas.
¿Cuál fue el camino para meterte en la cabeza de este personaje? Bueno, uno tiene que volver a la fuente original, yo releí el Frankenstein de Mary Shelley. Al hacerlo, me reencontré con esta criatura sensible, que lo único que quería era encajar y ser amada, y saber que podría tener algún lugar en la sociedad, no es un monstruo. De pronto me di cuenta de que muchas personas hoy en día sienten lo mismo que el personaje del libro. Es más, yo mismo me sentí como si fuera nuevamente un adolescente. Llegué a la conclusión de que es como cada uno de nosotros. Mientras más me metía en la mente de Frankenstein, más preguntas me hacía sobre mi propia humanidad, y espero que los espectadores que vean la película también se hagan muchas preguntas sobre sí mismos y reflexionen acerca de si realmente están haciendo lo que quieren hacer en sus vidas.
Eso es mucha carga emocional… Sí, hay un montón de cosas ahí dentro. No es tan sencillo como parece.
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En cuanto a lo físico, se ve que estuviste en muy buena forma para el personaje… Sí, así tenía que ser. Siempre digo que si es necesario que uno se quite la camisa en la película, es mejor estar en buena forma. Pero si te das cuenta, el físico de Frankenstein es un reflejo de su estado emocional y sus vivencias. Él es un sobreviviente, que ha tenido que mantenerse en la periferia de la ciudad. No ha tenido una vida de lujos, por lo que su cuerpo necesitaba reflejar esa situación.
¿Se podría decir que este es el papel que más esfuerzo físico te ha demandado? De hecho. Fue simplemente muy agotador y difícil. Tuve que entrenarme por seis meses para las luchas con armas blancas y, además, ponerme en forma. Stuart (Beattie) quería que yo haga todas mis escenas de lucha porque, para él, el público sí se da cuenta si hay algún doble. Así, puedo decir que todo fue bastante agotador y trabajoso, mucho más que hacer de Dos Caras en Batman, El Caballero de la Noche.
Pero al final las escenas resultaron bastante reales y espectaculares… Ya somos dos los que pensamos eso (risas). Aunque estuve aterrado todo el tiempo.
¿Cuántas veces durante esos tres meses de entrenamiento te golpeaste a ti mismo accidentalmente? Muchas. Golpeé a mucha gente y la gente me golpeó a mí también… todo accidentalmente, claro. Se siente terrible golpear a un compañero de trabajo. Los palos de madera pueden resultar muy perjudiciales cuando te golpean con fuerza. Tú sabes, podrían romper fácilmente una nariz, la cara, una rodilla, las manos… en fin. Además, fui noqueado un par de veces. Pero esos golpes tienen un buen efecto para la película, sobre todo para la versión 3D, así que valió el sufrimiento.
¿Qué otros retos en tu carrera buscarás ahora? Siempre me ha gustado discutir los problemas de la vida familiar, por lo que me encanta interpretar a un marido, a un padre o a un hijo. Siempre me he visto atraído por los aspectos humanos del drama, por lo que las películas pequeñas llaman mi atención. Creo que hacia allí me dirigiré en el futuro cercano.