Por: Verónica Klingenberger
PUBLICIDAD
Prepárate para que uno de los mejores comediantes del mundo te haga llorar y no precisamente de risa. Derek, la nueva serie de Ricky Gervais -él la produce, la escribe, la dirige y la protagoniza-, es otra de las razones por las que ya deberías tener Netflix (aunque confieso que vi los siete episodios de la primera temporada gracias a la suscripción de mi hermana). Al principio te parecerá un poco extraña y tiene todos los ingredientes para serlo. El escenario es un asilo y los protagonistas son los tipos más excéntricos que hayas visto en televisión.
Derek es peculiar y extremadamente bueno (lo que lo hace aún más insólito). Está convencido de que los animales son lo mejor que hay en el mundo y no puede dejar de llorar como un niño cada vez que uno de los ancianos de Broad Hill -a los que cuida con verdadera entrega- se despide de este mundo. Su pelo, su ropa, su forma de caminar y razonar difieren mucho de las del adulto promedio. Cuando se lanzó el tráiler de la serie, algunos criticaron a Gervais por haber creado un personaje con retraso mental como excusa para burlarse de los discapacitados. El comediante respondió que su personaje no estaba inhabilitado en ningún sentido, y conforme pasan los capítulos uno confirma que Derek es, probablemente, el menos discapacitado de todos nosotros. Su amabilidad, entrega y generosidad son ilimitadas y genuinas al extremo. Y eso es casi como tener superpoderes.
Dos satélites -igual de extraterrestres- giran alrededor de Derek. Uno es Dougie (Karl Pilkington), el hombre que soluciona cualquier problema práctico: arregla la tostadora, maneja el bus, manda al carajo a la detestable hija de una de las ancianas. El otro es Kev (David Earl), quien realmente no trabaja en Broad Hill, pero al que siempre vemos sentado junto a algún paciente tomando una cerveza en lata y siguiendo todos los pasos para confirmar, capítulo tras capítulo, que es el ser más desagradable de este mundo. Finalmente, y flotando en una órbita más cercana a la nuestra, está Hannah, la directora del asilo, quien lleva 15 años en el cargo. Hannah es una enfermera devota que cuida de cada uno de sus huéspedes como la mejor de las hijas y de Derek como la mejor de las madres.
Solo alguien como Gervais podría haberse arriesgado con un proyecto como Derek. Muy por encima de su excepcional trabajo y sus múltiples responsabilidades, ¿te imaginas lo que sería convencer a alguien de invertir dinero en una serie como esta? Todos los outsiders del mundo encerrados en un espacio al que preferimos no mirar porque nos enfrenta con un destino inesquivable. Pero en Broad Hill no solo se espera la muerte. El lugar está lleno de vida, historias y risas de verdad, pero sobre todo de solidaridad y bondad. Y hay algo extremadamente atrevido en hacer, hoy en día, una serie de televisión sobre eso.