La trabajadora temporal recuerda la caminata zombie
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Por: Douglas Copeland
Creo que la protesta de AmQex tuvo tanta prensa porque los zombies que la policía esposó fueron arrastrados cerca de un camino enfangado y en donde había partes de cuerpos.
Andy Kimura, el tercer socio de la firma, miraba YouTube por encima de mi hombro y decía: ‘Debo decir, Shannon, que los restos mortales se ven muy bien en internet’. Andy todavía estaba atontado por el cambio de horario luego de estar en cuarentena por un brote de gripe aviar en el aeropuerto de Beijing.
‘Señor Kimura, ¿no debería estar mostrándoles a los chinos los alrededores mientras ellos miden todas las cosas de la oficina?’. ‘No, soy japonés’. ‘Genéticamente, quizás’. ‘Pero mi nombre ciertamente lo es, y los chinos no son tan candentes en Japón’.
Le dije: ‘Hey, mire esto. La Sara de mercadeo obtuvo 15 segundos con el reportero del Canal 3’. Para ser honestos, no tengo ni idea de lo que dijo Sara. Lo único que recuerdo es su estilo único de pelo mientras sonreía y que detrás suyo había una pierna izquierda cubierta de jarabe de maíz rojo y moscas negras de vinilo.
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‘Pobre Sara, hoy es su último día’. Dios santo. ‘¿En serio?’. ‘Así es la vida, Shannon. Mientras hablamos los nuevos dueños chinos están midiendo el comedor con un láser. No somos una compañía que necesite una jefe en mercadeo’. ‘Oh, Sara, apenas tuve tiempo de conocerla. ¿Ella ya sabe?’. ‘Después de almuerzo’. ‘La vida apesta’.
Era extraño que cada superficie del edificio fuera medida por personas tranquilas y metódicas que hablaban en un lenguaje misterioso. Lo particularmente raro era que parecían no darse cuenta de las demás personas de la oficina, ni siquiera interactuaban con ellas. Daba la sensación de que ellos estaban tomándoles las medidas a una fotografía y no a una edificación. En la sala de juntas dos tipos levantaban un modelo 3D usando la información que habían recolectado en sus medidas.
De un momento a otro me di cuenta de que estaba extrañando demasiado al señor Xu. Decidí llamarlo a Beijing, y sólo el ver el código 86 en la pantalla de mi celular mejoró mi estado de ánimo. Esperaba que no hubiera olvidado nuestros planes a futuro.
‘Hola señor Xu’. ‘Hola, sí, lo que sea, quien sea debe saber que ahora mismo me voy a hacer una reflexología y necesito concentrar mi energía qi’. ‘Señor Xu, soy yo, Shannon’. ‘Ah, mi dulce lirio del decadente imperialismo occidental’. ‘Xu, lo extraño, ¿cuándo va a regresar?’. ‘Yo sentirlo, no entender’. Solté una risa nerviosa. ‘Sigue siendo un imbécil’. ‘Aguanta ahí, corazón’. ‘¿Qué va a pasar con nuestro proyecto secreto?’ ‘Empezará a ejecutarse en unos pocos días’. ‘¿Lo promete?’.
‘Lo prometo’. Colgué y me di vuelta para buscar a Andy Kimura y a las dos restantes Saras. ‘¿Proyecto secreto?’, dijo Andy. ‘Así que Dan no estaba siendo paranoico’.
‘Imagínate eso’, afirmó Sara número 1 con cuanta honestidad pudo. ‘Un traidor justo en nuestras narices’.
‘Creo que deberías irte, Shannon’, indicó Andy.