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Décimo primera entrega de la novela “Temp”, exclusiva para Publimetro

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La trabajadora temporal entra a un universo de dolor

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Por: Douglas Copeland

Fue un enfrentamiento al estilo Quentin Tarantino cuando todo el mundo está armado y apuntándole a los demás, solo que no habían armas, solo palabras y emociones. El Danimal miró a Kyle, luego a Sara y susurró. ‘Mucha asalta cunas’. Sara le respondió. ‘¿Y tú qué, Dan (refiriéndose a mí)?’. ‘Sólo estamos hablando de negocios’. ‘Sí claro, vaquero’. Danimal se acercó y ahí fue cuando Kyle le pegó en el estómago- bueno, más en donde el intestino toca la caja torácica. Sonó como un timbal y Danimal cayó al piso gritándoles palabras asombrosamente indecentes a Kyle y a Sara, quien se paró y se fue. ‘¡Qué le pasa a ese niño’, gritó Dan. ‘¡Dios santo, qué dolor!’. ‘Gracias por acusarme de espionaje’, le dije. Tosió. ‘Shannon, llévame a urgencias, creo que me voy a morir’. Fuimos a su BMW y él se retorcijaba como una bola en el asiento del copiloto mientras yo conducía. ‘De veras que no debería estar haciendo esto. Eres un mal tipo’, le aseveré. ‘Sólo llévame al Crown Permanente’. ‘Oh, ¿estamos yendo al hospital de los ricos?’. Llegamos y Danimal saltó del asiento hacia urgencias, un oasis de calma con una decoración de buen gusto y una iluminación tenue. Había una copia de la revista ‘Sinfonía Moderna’ en la mesa del café, la cual estaba hecha de nogal y con incrustaciones. Fuimos a la recepción, en donde atendía una supermodelo que tenía un empleo como la enfermera de turno. Dan gruñó. ‘Necesito unos rayos-x, rápido’. ‘Por supuesto, señor. Necesito su tarjeta de crédito. Aceptamos todas las tarjetas’. Danimal revisó todos sus bolsillos. ‘Diablos, está en el bolsillo de una chaqueta que llevé a la lavandería hoy. Déjeme entrar, la traigo mañana. Estoy totalmente asegurado’. Pude ver que nuestra supermodelo ya había pasado por esta situación muchas veces. ‘Lo siento, señor, pero sin una tarjeta válida me temo que no puedo hacer nada’. ‘Yo…’, estaba sin palabras. ‘Bienvenido a mi mundo’, le dije. ‘Vuelve al carro, vamos a ir a San Estacio’. ‘Pero ese es el peor lugar de la ciudad’. ‘¿Cuál es tu punto?’. Así que conduje hasta San Estacio. ‘Sólo es un puño en el estómago, Dan, ¿qué tan malo puede ser?’. ‘Él me rompió algo, o dañó mi corazón. No sé qué habrá sido. ¡Dios santo, el dolor!’. Llegamos al hospital, el cual parecía una aldea vietnamita de la tercera parte de la batalla de ‘Full metal jacket’. Una fila gigantesca de personas enfermas y heridas se agolpaba al frente de la puerta y en la calle. Un cambio rápido de vestimenta y se tendría alguna escena de ‘Los miserables’. ‘No puedo entrar ahí’, afirmó Danimal. ‘Es eso o nada. ¿Quieres que te lleve a tu casa?’. ‘¡No!’. ‘Está bien, entonces únete a la fila’.

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