Por: Zoë Massey
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Trabajo en artes visuales y gestión cultural hace ya unos años y siento que estamos remando con fuerza. Con la cierta estabilidad económica del país hay también un crecimiento notable en la aceptación de corrientes artísticas menos convencionales, hay más espacios y mayor variedad de propuestas. Siento que las generaciones que vienen -a pesar de no tener un discurso político fuerte (por el momento) como lo hemos tenido los de la nuestra- van marcando pautas interesantes. Luego viajas, ves museos, galerías, calles intervenidas y te das cuenta de que aún estamos en pañales. Todos.
Tuve la suerte de estar en Nueva York (NYC) la semana pasada, he caminado Manhattan de cabo a rabo, mis pies empezaron a mutar a pies de hobbit y aún así siento que no vi ni la mitad de lo que quería ver. Tengo claro que una sola columna no me va a alcanzar, entonces empezaré por un solo museo que me ha dejado hasta hoy un moretón en la barbilla por su calidad de espacios, montajes y trabajos presentados.
DIA BEACON queda en tren aproximadamente a una horade NYC. El paquete se compra completo ida y vuelta con entrada en Grand Central (estación de tren). Te embarcas muy cómodo y ves un paisaje precioso bordeando el río.
Este museo está montado en lo que fue una fábrica de empaques para la compañía Nabisco. Los techos están a más de seis metros de altura, las paredes blancas son inacabables y los pisos son de listones de madera impecables o cemento pulido que brilla como espejo. Nos tocó lluvia, así que entramos directo al museo a darnos de cara con una colección de Andy Warhol, alrededor de 100 piezas de 120×170 cm que te quitan el aliento como anuncio de bienvenida. Un par de sofás de tres cuerpos en el medio te permiten despanzurrarte y simplemente mirar, sentir, respirar. Lo que viene después es incontable: Richard Serra, Michael Heizer, Walter de Maria… Nunca había visto los trabajos de Sol Lewitt, que me puso la piel de gallina, lágrimas en los ojos y quitó el aliento por completo… ¿Por qué? Ni yo lo entiendo. Dibujos geométricos en lápiz en la pared blanca, de 6×6 metros, círculos, cuadrados, líneas a mano alzada, todo tan simple, sin embargo TAN delicioso.
¿Quiénes son ellos? Pues ahí está mi punto inicial. Estamos en pañales, no tenemos ni siquiera un museo de arte contemporáneo que se respete por falta de apoyo al desarrollo cultural real e importante para nuestra sociedad. No todo es cebiche ni un logo que no trae nada real. Me da rabia saber que todo lo que siento que remamos no alcanza cuando los que ‘la llevan’ no dejan que veamos más allá de nuestros ombligos. Viajen, vean, absorban y sigamos remando y creando, que hay harto aún por hacer.