Hace 25 años, la leyenda del rock estadounidense Bruce Springsteen cantó ante unos 300.000 alemanes orientales sedientos de libertad, un acontecimiento que para algunos puede haber ayudado a derribar el Muro de Berlín.
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El aniversario del concierto del 19 de julio 1988 en Berlín Oriental motivó un nuevo libro, un documental, entrevistas y una amplia cobertura mediática para recordar lo que a todas luces fue una noche mágica.
The Boss llegó a un país comunista donde millones de personas anhelaban cambios tras 27 años como prisioneros virtuales de un estado estalinista, cuyas fronteras se custodiaban con orden de tirar a matar.
Su espectacular presentación, con un mensaje sobre el “fin de todas las barreras”, alimenta la teoría de que Springsteen, entonces la estrella de rock más grande del mundo, abrió un pequeño agujero en el Muro de Berlín.
“Creer que el épico concierto de Springsteen contribuyó al movimiento que provocó la caída del Muro de Berlín depende en cierta medida de creer o no en el poder del rock and roll”, escribió el periodista estadounidense radicado en Berlín, Erik Kirschbaum, en su libro “Rocking the Wall: The Berlin Concert That Changed the World” (Sacudiendo el Muro: El concierto de Berlín que cambió el mundo).
Un nuevo documental para la televisión pública alemana MDR, “My Summer ’88” (Mi verano del ’88), describe una especie de carrera armamentista de la música pop del momento, en la que Oriente y Occidente se enfrentaban mientras la Glásnost (la liberalización del sistema político ruso) traía vientos de cambio.
Pink Floyd, Michael Jackson y David Bowie se presentaron en Berlín Occidental, pero se escucharon también en Berlín Oriental, donde las fuerzas de seguridad arrestaban a los aficionados que se acercaban demasiado al Muro, la alta pared que desde 1961 hasta 1989 dividió a Alemania Occidental de Alemania Oriental.
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Para intentar aplacar a una generación descontenta, los comunistas convocaron a Springsteen, Depeche Mode, Joe Cocker y James Brown, ante la evidencia de que el talento local no podía competir con las superestrellas mundiales.
Sin embargo, para que The Boss, el hijo favorito de Nueva Jersey y héroe de la clase obrera, fuera aceptado por la vieja guardia comunista, los organizadores lo llamaron “Concierto Solidario para Nicaragua”. Aunque el nombre casi hizo que Springsteen, entonces de 38 años, cancelara el show, las entradas tenían el lema impreso.
Los aficionados que no tuvieron la suerte de conseguir tickets se congregaron masivamente horas antes del espectáculo, y finalmente arremetieron contra las vallas de seguridad, una actitud de desafío sin precedentes.
“Con la esperanza de que un día todas las barreras sean derribadas”
Springsteen comenzó el concierto con varios de sus éxitos, antes de electrizar a la multitud con su clásico “Born in the USA”. Para su sorpresa, el público cantaba con él mientras agitaba banderas estadounidenses.
Al cabo de una hora de show, Springsteen sorprendió hablando en alemán: “Es genial estar en Berlín Oriental”, dijo, en una transcripción fonética de una traducción que le había dado su chofer.
“No estoy a favor o en contra de ningún gobierno. Vine aquí para tocar rock’n‘roll para ustedes con la esperanza de que un día todas las barreras sean derribadas”, dijo, antes de cantar el éxito de Bob Dylan “Chimes of Freedom”.
A pesar del marcado acento estadounidense de The Boss, la multitud entendió sus palabras.
“Todo el mundo sabía exactamente de lo que estaba hablando, derribar el Muro”, le contó a Kirschbaum Joerg Beneke, un granjero de Alemania Oriental que estaba allí esa noche.
“Eso fue algo que algunos habíamos estado esperando escuchar toda la vida”.
Menos de 16 meses después, el Muro de Berlín caía en medio de una revolución sin derramamiento de sangre.
El diario de Berlín Der Tagesspiegel dijo que el concierto de cuatro horas de Springsteen “fue como un breve abrazo a la Estatua de la Libertad”.
El propio Springsteen dijo este mes en la ex ciudad oriental alemana de Leipzig que la de Berlín Oriental en 1988 fue la mayor multitud ante la cual cantó.
Los directores del documental “My Summer ’88”, Carsten Fiebeler y Daniel Remsperger, localizaron a Heike Bernhard, la mujer que la noche del concierto subió al escenario para bailar “Dancing in the Dark” con Springsteen.
Bernhard, hoy consultora de gestión, dijo que nunca lavó la camiseta que llevaba puesta esa noche.
“La sola presencia de Springsteen en Berlín Oriental fue un mensaje tácito para una gran cantidad de alemanes orientales de era posible algo más en su vida”, escribió Kirschbaum citando a Jochen Staadt, un historiador de la Universidad Libre de Berlín.
“Las personas que vieron el concierto en directo o en la televisión pensaron… ‘Si esto puede suceder aquí ahora, tal vez algo más pasará aquí más tarde’”.