Por André Suárez
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Ella desenfunda la guitarra como si fuera un fusil listo a disparar contra el silencio con versos de cueca chilenera. La música que interpreta Claudia Mena, integrante del trío ‘El Parcito’, más que relajar una tarde familiar en una casita ubicada en Padre Hurtado, comuna ubicada al suroeste de Santiago de Chile, refleja un folklore trasmitido en generaciones que no avergüenza a los más jóvenes de la familia, quienes suelen estar acostumbrados a las tendencias musicales del extranjero.
Claudia viene acompañada por una segunda guitarra tocada por su hermana menor Paula, quien figura entre los 70 mil estudiantes que perdieron el año escolar en el 2011 por participar en las protestas que estallaron en reclamo de los altos costos de la educación chilena, uno de los sistemas más privatizados en la región.
El dúo de las hermanas Mena esa tarde de febrero no estaría del todo completo si es que no recordamos el legado de quien hizo esta presentación musical posible. No hablo de sus padres, quienes de seguro les enseñaron a hacer vibrar sus guitarras con tan hermosa melodía, sino de Víctor Jara, el músico y activista político chileno que murió torturado y acribillado en 1973 durante la dictadura de Augusto Pinochet.
La vigencia del autor de ‘Pongo en tus manos abiertas’ en las juventudes estudiantiles ocurre por las necesidades que aún el pueblo reclama al gobierno. ‘Me da pena que muchos de los males que Víctor tocaba en sus canciones todavía existen. La música de Víctor está vigente porque aún están vigentes los mismos males’, declaró Joan Turner, viuda del cantante, al diario el Clarín tras conocerse que ocho militares serán procesados por la muerte de Jara luego de 39 años buscando justicia.
El panorama musical de las hermanas Mena, quienes ahora dejan la guitarra para tomarse un melón con vino blanco en el jardín trasero, resulta parecido a lo que sus padres vivieron tras el golpe militar al gobierno de Salvador Allende, pero actualizado por el regreso de la derecha por vías democráticas.
‘Hay gente de este gobierno que estuvo en la conspiración del golpe, con Pinochet, no corresponde. (…) Víctor es del pueblo”, agregó Turner al medio argentino sobre las discrepancias con un gobierno de Sebastián Piñera que ganó las elecciones con 51.6% de los votos contra 48.4% de Eduardo Frei, candidato de la Concertación de Partidos por la Democracia, en las elecciones del 2010.
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El viraje a la derecha, tras 20 años consecutivos de la Concertación en el poder desde el plebiscito que acabó con la dictadura, resucitó una cultura de protesta en jóvenes opositores a la privatización de una educación encausada a forjar la identidad de una nación dividida.
Basando esta perspectiva a la música juvenil, específicamente en los grupos beligerantes del actual gobierno, Jara atravesó el tiempo desde un escenario para decir ‘basta de música extranjerizante, o de música que no nos ayuda a vivir, que no nos dice nada, que nos entretiene de momento y nos deja tan huecos como siempre’, discurso que se mantiene grabado con más 114 mil reproducciones en YouTube.
El asado está listo y las hermanas Mena ayudan al Tata a sentarse en la cabeza de la larga mesa, que de hecho son tres mesas juntas para que todos compartan el alimento del domingo. El Tata habla con sus nietas, pregunta por más canciones y la conversación gira como si entre los tres supieran el mismo repertorio, en el que sería un pecado olvidar el nombre de Violeta Parra.
La querida ‘Santa de greda pura’, como la llamó el poeta Pablo Neruda, marcó un camino previo a Jara en lo que respecta al folklore como símbolo chileno, que tomó forma con el movimiento obrero de 1920 y consolidándose al grado de identidad nacional en el gobierno de Allende en 1970. ‘Los males del mundo moderno’, como denominó Parra a la industrialización de la vida tradicional campesina, definieron a sus canciones como la búsqueda de un paraíso costumbrista en medio de la modernidad, precisamente en tiempos que la familia Parra pasaba por una dolorosa migración del campo a la capital.
Las obras de Parra ilustraron también a nuevas generaciones que agradecieron su arte en el disco ‘Después de vivir un siglo’, producido por Álvaro Henríquez en 2001, en el que bandas actuales de rock, como Chancho en Piedra y Los Bunkers, honraron su herencia a una identidad nacional más integradora, que tiene por contexto en nuestros días la pronta implementación de un autogobierno mapuche, pueblo indígena ubicado en su mayoría en la región sureña de La Araucanía, con el deseo de volver a administrar toda la extensión de sus tierras ancestrales.
Turner tiene toda la razón: los males en la época de Jara continúan, así como su legado musical inspirado en problemas sociales de antaño, pero en un nuevo contexto con el regreso de la derecha democráticamente y bajo el reclamo de una juventud politizada por la cuestión mapuche y ansiosa por una educación gratuita.
Paula, la hermana menor, se acerca donde su Tata para preguntarle a qué hora será el partido de la selección chilena Sub 20 contra su similar de Perú. Aún falta poco más de una hora, por lo que Claudia se hace de la guitarra para cantar ‘La flor de la canela’ en honor a un compatriota de la peruanísima Chabuca Granda que estaba presente esa tarde.
Claudia cantó el tema sin ningún toque de su característico acento sureño, por lo que deja entrever que la música no se trata de bandos, sino de un mismo acorde que entona sentimientos latinoamericanos en un único idioma.