La razón que explica el inusitado éxito de esta serie quizá tenga que ver con que representa, sin más ni menos, la pugna constante entre el bien y el mal. Mas no lo hace a través de personajes típicamente melodramáticos, que personifican el bien y el mal absolutos, como suele suceder con las telenovelas.
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Claro ejemplo de ello es Piccolo, namekuseiyin que fuera el némesis del “héroe de la historia cuando niño, Son Gokú, y se convirtió, años después, en el maestro y acaso padre adoptivo de su hijo, Gohan. O Número 18, nefasto andreoide que, tras ser convertida en humana por Shen Long, contrajo matrimonio con Krillin, quizá el personaje más noble de la serie. Por último, y sin ir más lejos, el príncipe de los sayaiyin, Vegeta, asesino confeso y orgulloso que sacrificó su vida para destruir a Majin Boo y así salvar la vida en la tierra.
En el otro lado de la moneda, tenemos al Maestro Roshi, considerado en su juventud el hombre más fuerte del planeta y primer maestro de Gokú. A pesar de haber formado a nuestro héroe en los valores humanistas de las artes marciales, nunca pudo refrenar sus alocados deseos sexuales por mujeres más jóvenes que él, es decir, lo que llamamos en buen peruano un “Viejo verde”. Y hasta el propio Gokú, cuyo egocentrismo exacerbado lo llevó a no dejar que Krillin mate a Vegeta porque deseaba volver a pelear con él. Este acto egoísta provocó, años después, la muerte de muchas personas inocentes. Gokú nunca se lamentó de eso; el resto de personajes, sí.
El 28 de febrero de 1986, el primer capítulo de Dragon Ball, adaptación televisiva del ánime ilustrado de Akira Toriyama, se emitió en Japón en el canal Fuji TV por primera vez. Los 42 volúmenes del manga migraron a la pantallas de la mano de Toei Animation en dos entregas: Dragon Ball y Dragon Ball Z.
La serie ha sido traducida a múltiples idiomas, entre ellos el español. Niños, jóvenes y adultos peruanos siguen viendo la serie, a través de youtube o viejos DVD’s, con el mismo entusiasmo de cuando la vieron por primera. Feliz cumpleaños, Gokú.