Tanovic, quien ganó en 2001 un Oscar a la mejor película extranjera con “Tierra de nadie”, sobre la guerra en la antigua Yugoslavia, reconstituyó en este largometraje lo ocurrido a Senada Alimanovic, la esposa de Nazif Mujic, el reciclador de chatarras, pidiéndole a ellos mismos actuar en esta suerte de documental-ficción.
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Nazif Mujic, de etnia romaní, o gitana, recoge hierros y desguaza viejos automóviles para vender el metal en un pueblo distante de los centros urbanos de Bosnia. Un día su mujer encinta siente fuertes dolores y al llevarla al hospital el médico le dice que el feto ha muerto y necesita ser operada de urgencia. Sin embargo, por no tener cobertura social debe pagar una alta suma de dinero que él no tiene.
“Hace un año leí un artículo en un periódico sobre esa historia y me dio mucha indignación, rabia, saber que eso podía pasar en nuestro país. No sabía qué hacer ¿qué tipo de filme? Tuve la idea loca de que ellos mismos actuaran su propia historia”, declaró.
“Hay una retórica no sólo antigitana, también antinegra, antibosnia, antiyugoslava. Me parece que la derecha está ganando mucho terreno en Europa”, advirtió.
“El equipo de rodaje estaba compuesto por amigos que trabajaron gratuitamente. Reconstituimos las escenas día a día, los episodios. No hay actores, toda es gente del pueblo de ellos. Nuestro presupuesto fue de 17.000 euros”, explicó.
“Nadie es bien tratado en nuestro país. En cierta manera la guerra no ha terminado. No hay estrategia nacional. El país no sabe a dónde ir. Todo se derrumba. Me dio mucha alegría conocer a la familia de Nazif. Me alentó mucho”, añadió.
Tanovic se preguntó si no debería seguir haciendo películas con bajo presupuesto, “porque he hecho películas de diez millones de dólares que nadie va a ver. Se dice que hay una recesión económica en Europa pero más bien creo que es una recesión de nuestros espíritus”, dijo.
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“La manera de luchar contra la injusticia es visualizarla. Me interesa hacer películas que interroguen. Uno sigue respirando. A veces no hay tiempo ni para llorar”, le dijo a una periodista alemana que le reprochó que en algunas escenas Senada Alimanovic no actuara con suficiente “emoción”.
Nazif Mujic dijo por su lado que estaba muy contento de que su drama, que finalmente se resolvió cuando una cuñada le prestó su tarjeta del seguro social, se hubiese convertido en una película invitada a la Berlinale.
“Me conmueve mucho que se interesen en nuestra historia, en todo lo que debimos hacer para salvar a mi mujer. Una ONG publicó nuestra historia, pero sólo pudimos obtener ayuda gracias a una falsa carta del seguro social. Si hubiésemos tardado unas horas más ella habría muerto. Ahora tenemos un niño de un año y lo hemos llamado Danis”, dijo Nazif Mujic.
Mujic habló de la discriminación contra los gitanos. “Cuando uno es gitano y llega al hospital te miran el color de la piel. Nosotros estábamos en una urgencia. No podíamos cambiar el color de nuestra piel. No me da vergüenza ser gitano. Soy honesto, vivo mi vida y no le robo nada a nadie”, exclamó.
Nazif afirmó que su situación era mejor durante la guerra en la ex-Yugoslavia. “Trabajé en primera línea durante cuatro años. Perdí un hermano. Pero por lo menos sabía por qué peleaba. Desde 1995 no sé cuáles son mis objetivos. Sólo hacer vivir a mis niños. No tengo trabajo ni seguro social. Vivo día a día”.
El chatarrero dijo que en la Federación de Bosnia se decretó la década de los romanís, que durará hasta 2016, y eso ha ayudado a que la situación muejore para ellos.
“En mi pueblo el 99% de las personas hablan rom. Yo trato de motivar a mis hijas para que aprendan bosnio ya que mi lengua materna no tiene una utilidad para su futuro. Si los niños gitanos no van a la escuela, a los 17 años ya son unos drogados violentos. Trabajo ahora en una ONG que vela por la educación de esos niños gitanos”, dijo.