Me cuesta creer que todo esté podrido en la civilización del espectáculo. Es cierto que la producción literaria y artística se ha banalizado, pero ¿acaso no se siguen creando obras maestras y nuevos clásicos? ¿Hasta qué punto es la TV esa caja boba de la que siempre se habla? ¿Está la prensa condenada a ahogarse en un pantano amarillista? ¿Somos más frívolos que antes?
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Es imposible ignorar la gran cantidad de basura que existe en la abrumadora cantidad de libros, películas, programas de TV y medios de comunicación a los que accedemos cada día. Pero también resulta bastante necio no distinguir la excelencia de muchas de las obras que se producen en todos los rubros artísticos. OK, son millones los que prefieren leer a E. L. James (50 Shades of Grey) que a David Foster Wallace (La broma infinita), pero hay dos buenas noticias en ello: 1. Hay más gente que lee, aunque sea una novelita erótica. 2) Ambos escritores son de estos tiempos y FosterWallace es probablemente igual de bueno que cualquier escritor del celebrado boom latinoamericano. La TV, siempre un magnífico blanco para algunos conservadores que no saben nada de ella, merece una mención especial. Pocas generaciones de artistas pueden jactarse de haber creado a personajes tan memorables como Walter White (Breaking Bad), Carrie Mathison (Homeland), Don Draper (Mad Men ) y Hannah Horvath (Girls), todas series de televisión magistralmente escritas y producidas en los últimos cinco años.
La cosa es menos fatalista de lo que quieren hacernos creer, y mucho más simple. Cada tres o cuatro generaciones, el mundo es otro -aunque fundamentalmente pocas cosas cambien-, y en ese contexto, debemos aprender a adaptarnos de nuevo sin tanto temor o prejuicio. Por eso me alegra leer que a Vargas Llosa le haya gustado la última película de la Bigelow, Zero Dark Thirty, y la defina como una ‘extraordinaria obra maestra’ que le ha devuelto la fe en la cultura occidental. Al final, quizá solo se trate de saber buscar y no dejarse cegar por los flashes de los paparazzi . En mis tiempos, hay mucho más que espectáculo.