Netflix se adelantó a su tiempo y cambió la forma de consumir televisión. Durante años se consolidó como la fuerza dominante en servicios de streaming. No obstante, en unos meses esto podría cambiar.
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Muchas compañías se han sumado al bote y han habilitado sus propios servicios. Algunos con relativo éxito, como Amazon Prime Video o Hulu. Pero aquí falta un gigante y ya puso fecha de llegada.
El 12 de noviembre Disney lanzará Disney+, su propio servicio de streaming, y parte con una ventaja considerable frente a Netflix: el contenido, según afirmó Stephen McBride de RiskHedge en una columna publicada en la revista Forbes.
El año pasado, de las cinco películas más taquilleras en el mundo, cuatro fueron de la casa de Mickey Mouse (Infinity War, Black Panther, Incredibles 2 y Bohemian Rhapsody). Y todas ellas estarán sin falta en la nueva plataforma de streaming.
En un principio Netflix se vendió como el lugar para ver nuestras series favoritas, producciones que, lógicamente, no le pertenecían. Poco a poco diversos estudios comenzaron a retirar su contenido, y Netflix fue apostando por material propio.
Este año, Forbes estima que Netflix invertirá US$15,000 millones en nuevo contenido. El año pasado fueron US$12,000 millones y estrenó 88% más shows originales que en 2017.
La tendencia sigue creciendo, y nos ha regalado fenómenos como Stranger Things, Orange Is The New Black, The Crown o House Of Cards (pre escándalo de Kevin Spacey). Sin embargo, continúa funcionando como una apuesta. De los millones que invierte en cientos de programas, solo un puñado alimentan a la compañía.
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Y en el camino, Netflix colecciona más y más deudas. Al no contar con flujo de caja libre, los papeles de la empresa se sustentan en su crecimiento orgánico, que tiene como principal indicador la tasa de nuevos suscriptores.
Actualmente, Netflix debe US$10,400 millones, que le han servido para producir nuevo contenido y que ha disparado sus acciones 8,300% desde 2009. No obstante, para seguir capitalizando este crecimiento, necesita de más contenido; por ende, más deuda. ¿Qué pasa cuando llega un competidor con una buena espalda financiera a quitarle un gran pedazo de su base de suscriptores?
La palabra clave en este embrollo es “contenido”. La empresa con los mejores programas gana la partida. Por ello, Apple está invirtiendo más de US$1,000 millones en contenido original para su plataforma, y Amazon está gastando la misma cantidad en solo un show: la serie de Lord of the Rings.
Disney parte en esta carrera con una ventaja importante: es dueña de Marvel, Star Wars, Pixar, National Geographic, ESPN, Fox, Los Simpsons y todo el catálogo de películas del mismo Disney, incluyendo Mickey Mouse. Y también es dueño de Hulu, otro grande del rubro.
Naturalmente va a retirar todo su contenido del resto de plataformas. Netflix no será la excepción.
Entonces, tenemos a una compañía que factura, en promedio, US$1,200 millones por película al año, que lanzará en noviembre un nuevo servicio de streaming, y encima cobrará US$6.99 al mes, casi la mitad que la tarifa de Netflix. ¿Sobrevivirá la empresa de Reed Hastings?
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