MARÍA PÍA BARRIENTOS
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Catorce pilotos compiten por alzarse como el supremo rey de la velocidad. Con solo verlos en el aire la presión se siente, la adrenalina se dispara y la emoción se convierte en la regla básica de juego. El pasado fin de semana se celebró la final de uno de los campeonatos más demandantes del planeta: el Red Bull Air Race, el cual se inició en febrero de este año y, tras 8 fechas, coronó finalmente a su campeón en La Vegas.
Las reglas son simples. A bordo de sus aviones de carrera, estos acróbatas del aire han de realizar un recorrido a través de una serie de pilones hinchables, los cuales han de ser traspasados horizontalmente en algunas ocasiones y a cuchillo (en vertical) en otras. Gana el que completa el circuito en menor tiempo y con menos penalizaciones.
EL AMO Y SEÑOR Está ganando por un amplio margen. Solo un error garrafal podría quitarle el título general del campeonato. Comienza a llover. Los aviones se zarandean en el aire. Paul Bonhomme se lanza a la batalla. El clima le juega una mala pasada y daña su avión. Su competidor más cercano, Matt Hall, se encuentra a 8 puntos de él, pero esto no lo hace sentirse más seguro.
‘No puedo pensar que soy el mejor, porque eso me relajaría demasiado. Tengo que concentrarme. Todo el mundo se concentra en llevarse el campeonato, pero nosotros no estamos interesados en eso, sino en que cada vuelo salga como lo hemos planeado’, comenta el británico.
Finalmente Bonhomme pierde la última batalla frente al australiano Matt Hall, pero aquello no le quita el título general. El hombre que comenzó a volar cuando tenía solo 16 años conquista así su tercer título en el Red Bull Air Race y se consolida como el máximo campeón de la historia de la disciplina. La sorpresa llegaría días después. El rey supremo anuncia que se retira del deporte más veloz del planeta.
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‘Para mí este es un buen momento para irme (…) Existen otras cosas que deseo hacer, como pasar más tiempo con la familia. Ha sido fantástico’, afirmó tras anunciar su retiro.
No fue el único. Durante la competencia el patriarca del deporte; Peter Besenyei, también anunció que dejaría de competir. Junto a Red Bull, el húngaro desarrolló la competencia en 2003. Desgraciadamente, su despedida fue menos luminosa que la de su colega. Partió tras romper uno de los pilones hinchables con el ala de su avión.
REGLAS DE VUELO Hacerla linda en el aire no es cosa fácil. Ni cábalas, ni suerte. Uno por uno, los pilotos nos cuentan que lo básico para destacarse es mantenerse concentrado.
‘Todo tiene que estar muy calculado antes de volar, porque luego va todo tan rápido que no te da tiempo de disfrutar lo que estás haciendo. El nivel de concentración es tan alto que solo piensas en lo que tienes que hacer. A esa velocidad nuestra visión es de tubo. El campo de visión se reduce. Pasas un pilón y solo ves el siguiente. Solo visualizas lo que tienes delante’, señala el español Juan Velarde, el único latino de la categoría Master Class de la competencia.
La preparación también es básica. Hay dos aspectos fundamentales; el físico y el mental. ‘Soportamos la aceleración de la gravedad multiplicada por 10 veces. Mi cuerpo ejerce una fuerza contra el asiento de unos 800 kilos, así que el sistema cardiovascular tiene que estar activo y bombear sangre con fuerza para alimentar el cerebro y ser capaz de seguir volando’, señala Velarde. Para prepararse, él se somete a un arduo entrenamiento físico.
Por otro lado, lejos de lo que se podría pensar, este deporte es bastante seguro. ‘Sería peligroso si es que no eres profesional y lo haces sin respeto. Pero si sabes cómo hacerlo, tienes experiencia y lo haces con respeto, es muy seguro’, afirma Besenyei.