Hasta el Cristo Redentor se tambaleó con cada gol. Una derrota frente a la máquina alemana estuvo siempre en el abanico de posibilidades, pero pocos podían imaginarse tamaña humillación.
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Mineirazo, Mineiratzen, como se quiera llamar, esta goleada a Brasil se convierte en un nuevo fantasma o “geist” para decirlo en alemán, el segundo, que acosará a los brasileños por los próximos 100 años.
Y el Mundial no se acabó aún para Brasil. Con el tatuaje del 7-1 aún sin cicatrizar, los de Luiz Felipe Scolari, el artífice del olvidado pentacampeonato, jugarán por el tercer lugar. El rival poco importa cuando salten al Mané Garrincha de Brasilia abucheados por los miles de frustrados que simplemente no querían verlos ahí.
La fiesta en el Maracaná será de nuevo para otros.
Sueño truncado
Una fractura en una vértebra en el partido de cuartos contra Colombia sacó a Neymar del Mundial. Dijo al abandonar la concentración: “Me quitaron el sueño de disputar una final (…) pero no el sueño de ser campeón”. Sus compañeros se encargaron de borrar ese último sueño.
¿Hubiera Neymar en el campo podido, solo, evitar la humillación en el Mineirao? La derrota estaba cantada pero era imposible de asimilar. Se esperaba tal vez un milagro, que pesara la camiseta, que la tribuna se impusiera.
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El juego se suponía que sería un homenaje al crack, el ‘10’ de la Seleçao. Los hinchas imprimieron máscaras con el rostro del atacante para rendir honores al más grande (único) jugador del Brasil actual, pero al final sólo sirvieron para taparse la cara de vergüenza.
Neymar, que hasta ahora no habló en las redes sociales que tanto le gustan, no estuvo en el campo para ver el 7-1 y así quedará registrado en los libros. Pero el tatuaje de derrotado de 2014 no se lo podrá quitar ni con el mejor láser y seguro habrá sentido en la noche al “geist” de 2014 dentro de su armario.
Si el fantasma del 50 tenía la cara de Alcides Ghiggia, el de hoy es un monstruo de varias cabezas, las de Thomas Müller, Miroslav Klose, Toni Kroos, Sami Khedira y Andre Schürrle. Es una verdadera película de terror.
Moacir Barbosa cargó 50 años, hasta su muerte, la etiqueta de villano del Maracanazo. ¿Quién será el villano de esta paliza?
Redención
Al ganar la Copa Confederaciones, con goleada de 3-0 sobre España, otra gran derrotada, Scolari dijo que el equipo no estaba listo para el Mundial. Y al arrancar el torneo en Sao Paulo, el 12 de junio, el nivel estaba muy por debajo de ese combinado campeón de 2013.
Brasil entrenó poco, tuvo muchos días de descanso y dividió siempre su atención con novias, familiares, amigos y hasta con la prensa, que tuvo acceso a todos los entrenamientos (algunos canales locales hasta transmitían en vivo y los narraban como si fueran juegos).
Libros sobre el fracaso de los de Neymar se encargarán de descargar a este equipo por las décadas por venir.
Aunque ya los análisis de los errores tácticos de Scolari no cesan. En un taxi, quiosco, fila del banco o supermercado. Hay un sólo tema, Brasil fracasó y el “si yo fuera Felipao hubiera…” está presente en cada conversación. Que no era Bernard (un atacante sin experiencia que juega en Ucrania) el sustituto ideal para el ‘crack’, que había que reforzar más el mediocampo (Brasil enfrentó con dos volantes el mediocampo de tres de Alemania), que había que jugar un 4-3-3 y no 4-2-3-1, que había que mejorar la defensa, que se debió convocar a Kaká, Ronaldinho o Robinho.
Scolari ya había redimido a ese equipo despreciado del Mundial de 1950. Esos jugadores fueron “los precursores de los cinco títulos siguientes”, dijo hace meses.
Brasil se impuso después con victorias en cinco mundiales, que lograron atenuar el trauma, pero nunca remediarlo. ¿Cuántas necesitará ahora? Pelé predijo que la primera será en 2018.