Por: Rodolfo Rojas
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Es el caso de Fernando Alonso, piloto de Ferrari, quien acaba de recibir una bofetada simbólica de parte del Conde Luca Cordero de Montezemolo, el mandamás del equipo italiano, quien harto de soportar las bravatas del piloto español decidió ponerle el cascabel al gato y traer de vuelta a Kimi Raikkonen, el último campeón con Ferrari en el 2007. Fue en esa temporada en la que la guerra fratricida en Mclaren entre el debutante Lewis Hamilton y Fernando Alonso, los dejó fuera de juego, pese a tener el mejor auto.
Ese año Alonso, que venía de ganar dos títulos con Renault (2005-2006) y tenía el estatus de piloto número 1 no supo gestionar la rivalidad con el brillante debutante que se había enrolado en Mclaren desde los 8 años. En igualdad de oportunidades, y con monoplazas similares, Hamilton superó a Alonso ante la sorpresa de todos. La reacción del español fue la negación de la realidad. Culpó al equipo de favorecer al piloto inglés y se comportó como un adolescente el resto de la temporada, dándole la espalda a su equipo incluso en el juico en el tribunal de la FIA por presunto espionaje a Ferrari.
Ron Dennis, jefe de la escudería inglesa no pudo manejar la situación que tuvo un resultado humillante para un equipo del pedigree de Mclaren: eliminación del campeonato de constructores, una multa astronómica y la pérdida del campeonato de pilotos en la última carrera por un punto de diferencia.
Pero Montezomolo no es Ron Dennis. El italiano, sucesor del mítico Enzo Ferrari al mando de la escudería del Cavallino Rampante, administra la casa con mano de hierro, dejando siempre claro que es él quien tiene la última palabra y que el equipo siempre está por encima de los pilotos.
El mensaje para Alonso no tiene atenuantes: con la llegada de Raikkonen en reemplazo de Massa, Alonso pierde en la práctica el estatus de piloto número 1 y mimado. El asturiano ha acusado el golpe poniéndole paños fríos a la situación y dando la bienvenida a su nuevo compañero. Alternativas no tiene. Cerrada la puerta de Red Bull, no queda otro asiento disponible en un equipo de punta. O se acostumbra a su nueva situación o la posibilidad de volver a campeonar será solo un sueño.